Crónica sobre el inicio de la operación directa de 7 Centros de Desarrollo Integral (CDI) en Bogotá
Bogotá, D. C.
Son las ocho de la mañana y siete Centros de Desarrollo Infantil (CDI) ubicados en Puente Aranda, Bosa y San Cristóbal, en Bogotá, comienzan a cobrar vida con risas, juegos y aprendizajes. Niñas y niños llegan acompañados por madres, padres, abuelas, quienes los despiden entre abrazos y recomendaciones cariñosas. Adentro, la jornada empieza con actividades diversas diseñadas específicamente para potenciar el desarrollo integral.
En uno de los salones, un grupo construye mundos con bloques de colores, explorando sus propias capacidades corporales y creativas con el acompañamiento cercano de agentes educativas que han sido cuidadosamente seleccionadas por el Bienestar Familiar. La pedagogía, fundamentada en experiencias vivenciales, permite a cada niña y niño avanzar a su ritmo, descubriendo sus propias fortalezas y expresando su imaginación.
A pocos metros, otra aula se convierte en un teatro improvisado donde títeres y marionetas esperan pacientes su turno en «cartelera». Las sillas pequeñas, cuidadosamente ordenadas, están listas para recibir a sus espectadores. En otra sala, la música llena el ambiente mientras niñas y niños se mueven de distintas formas y bajo indicaciones que invitan a nuevos movimientos, fortaleciendo así su coordinación y bienestar emocional.
Más tarde, en el comedor, se percibe un delicioso aroma proveniente de los platos preparados con alimentos cultivados por productores campesinos locales, parte de un esfuerzo consciente del Bienestar Familiar por promover una alimentación saludable y apoyar las economías comunitarias. Este compromiso se refleja no solo en la calidad nutricional de los alimentos servidos, sino también en el fortalecimiento de las redes locales de agricultores.
Julie Pauline Trujillo Vanegas, directora encargada de Primera Infancia, comenta con orgullo: «Hoy marcamos un hito importante de política pública, la atención directa permite un acompañamiento integral más cercano a niñas, niños, sus familias y a la comunidad. Esto no solo optimiza nuestros recursos, sino que fortalece vínculos fundamentales para el desarrollo infantil».
El diálogo constante con las familias es otro sello distintivo de esta nueva etapa. Madres, padres y cuidadores participan activamente en la valoración del personal y comparten experiencias que enriquecen aún más los procesos pedagógicos. Esta interacción no solo fortalece la confianza, sino que también contribuye a construir un entorno seguro y potenciador del desarrollo de niñas y niños.
Al finalizar el día, queda claro que la operación directa del Bienestar Familiar no es solo un cambio administrativo; es una apuesta por la primera infancia, por el desarrollo integral de cada niña y niño, y por una generación que crece para la Paz.
A pocos metros, otra aula se convierte en un teatro improvisado donde títeres y marionetas esperan pacientes su turno en «cartelera». Las sillas pequeñas, cuidadosamente ordenadas, están listas para recibir a sus espectadores. En otra sala, la música llena el ambiente mientras niñas y niños se mueven de distintas formas y bajo indicaciones que invitan a nuevos movimientos, fortaleciendo así su coordinación y bienestar emocional.
Más tarde, en el comedor, se percibe un delicioso aroma proveniente de los platos preparados con alimentos cultivados por productores campesinos locales, parte de un esfuerzo consciente del Bienestar Familiar por promover una alimentación saludable y apoyar las economías comunitarias. Este compromiso se refleja no solo en la calidad nutricional de los alimentos servidos, sino también en el fortalecimiento de las redes locales de agricultores.
Julie Pauline Trujillo Vanegas, directora encargada de Primera Infancia, comenta con orgullo: «Hoy marcamos un hito importante de política pública, la atención directa permite un acompañamiento integral más cercano a niñas, niños, sus familias y a la comunidad. Esto no solo optimiza nuestros recursos, sino que fortalece vínculos fundamentales para el desarrollo infantil».
El diálogo constante con las familias es otro sello distintivo de esta nueva etapa. Madres, padres y cuidadores participan activamente en la valoración del personal y comparten experiencias que enriquecen aún más los procesos pedagógicos. Esta interacción no solo fortalece la confianza, sino que también contribuye a construir un entorno seguro y potenciador del desarrollo de niñas y niños.
Al finalizar el día, queda claro que la operación directa del Bienestar Familiar no es solo un cambio administrativo; es una apuesta por la primera infancia, por el desarrollo integral de cada niña y niño, y por una generación que crece para la Paz.
























