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Las rutinas crean hábitos y los hábitos, poco a poco, fomentan la disciplina. De hecho, en cuestiones de crianza, las normas o pautas de conducta establecidas en el hogar, facilitan a los cuidadores la formación de sus niñas, niños y adolescentes.
De ahí, que sea tan importante establecer hábitos, rutinas, normas y límites, especialmente en estos momentos en que permanecemos tanto tiempo en el hogar.
Si una niña o un niño sabe lo que tiene que hacer y sigue una rutina establecida dentro de unos límites que ya conoce, tendrá una mayor probabilidad de adoptar un buen comportamiento y de tomar mejores decisiones.
Claves para fijar normas y límites
Te contamos cuáles son las características que deben cumplir las normas de modo que resulten más eficaces para que las niñas y los niños las acepten y cumplan con mayor facilidad.
1. Deben adaptarse a la edad del niño
Las normas deben estar adaptadas a la edad y al grado de madurez y autonomía de la niña, niño o adolescente y deben irse transformando en función de sus nuevas habilidades, de su capacidad de tomar decisiones y de las nuevas responsabilidades que puede ir asumiendo.
Esto permite no solo crear normas justas y coherentes sin exigir más de lo que la niña o el niño están en capacidad de hacer lo que, además, les permite a las madres, padres y cuidadores tener expectativas acordes a las capacidades de sus niños.
2. Deben fomentar la participación
Es necesario involucrar a niños y niñas en la creación de las nuevas normas que regirán la convivencia en el hogar durante esta temporada. Estas deben ser consensuadas, deben partir del diálogo y la negociación, y deben ser el resultado de un acuerdo entre los adultos y los niños.
Entre mayor sea la participación que una niña o un niño tenga en la definición de una norma, estará más dispuesto a cumplirla. En cambio, las normas impuestas incrementan su resistencia a ellas.
3. Deben tener un sentido, una razón de ser
De nada sirve que un adulto le diga a una niña o a un niño que cumpla una norma “porque sí y punto”, “porque aquí mando yo” o “porque en esta casa se hace lo que yo digo”.
Es importante que el niño comprenda que las normas tienen un sentido y buscan el bienestar y la protección. Esto le ayudará a desarrollar conciencia alrededor de la norma. Debemos explicarle por qué se fijan, por qué es importante cumplirlas y qué pasa cuando se infringen.
4. Deben ser claras y comprensibles para el niño
A la hora de establecer una norma, una regla o un límite los cuidadores deben asegurarse de utilizar un lenguaje claro, sencillo, concreto y comprensible, así como un tono de voz firme pero sereno.
Por ejemplo, no basta con decir “pórtate bien” sino dar las instrucciones precisas: “en esta casa hablamos con calma y no gritamos”, “cada vez que termines de jugar vas a recoger tus juguetes”, “la ropa sucia la ponemos en este cesto”, etc.
Hay que evitar las “cantaletas” y los “sermones” que solo hacen que la niña o el niño pierda fácilmente la atención y sienta molestia. Los niños necesitan saber, concretamente, que es lo que se debe y no se debe hacer, sin arandelas ni rodeos.
5. Deben estar expresadas en positivo
Siempre que sea posible, expresa las normas en términos positivos. Resulta más eficaz decirle a una niña o a un niño lo que debe hacer (“habla en voz baja”) en lugar de lo que no debe hacer (“No grites”).
A su vez, es importante darles opciones o alternativas aceptables. En lugar de prohibirles rayar las paredes es mejor decirles “Aquí tienes papeles para pintar. Solamente aquí puedes hacer tus dibujos”. Al ofrecerles alternativas, le estás demostrando que sus sentimientos y deseos son válidos y que pueden llevarlos a cabo bajo ciertas reglas.
De otro lado, es importante destacar los beneficios de cumplir las normas mediante expresiones como “si te vas a dormir a la hora que acordamos, descansarás mucho y tendrás más energía para jugar al día siguiente”.
6. Deben tener una consecuencia inmediata, coherente y restaurativa frente a su incumplimiento
Durante el proceso de negociación de la norma, es esencial establecer también, de forma dialogada y participativa cuáles serán las consecuencias o las sanciones de su incumplimiento. Esto les permite a niñas y niños conocer de manera anticipada lo qué ocurrirá si la infringen y les ayudará a autorregular su comportamiento.
En lugar de castigos, se deberán aplicar consecuencias restaurativas relacionadas con la falta cometida, que inviten a niñas y niños a reflexionar, proponer soluciones y reparar el daño causado
7. Deben ser aplicables a todos los miembros del hogar
Como siempre, el ejemplo y la coherencia de los adultos es clave para que las niñas y los niños cumplan las normas.
Si el menor de edad ve que los demás integrantes de la familia no siguen las reglas acordadas pensará que se trata solo de una imposición que recae sobre él y esto le generará resistencia y rechazo a las mismas.
Por lo tanto, si se establece que mientras se come no se utilizan celulares, lo ideal es que ningún miembro del hogar lo haga por ninguna razón.
8. Deben ser firmes
El cumplimiento de las normas no puede depender del estado de ánimo de los adultos, sino que deben aplicarse con firmeza y con respeto en todo momento y lugar. No es conveniente que unas veces se hagan valer y otras no, porque esto confunde a los niños. |
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