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Por esta razón, más que acudir a métodos de prohibición como medidas de precaución frente a las amenazas que trae, lo ideal es proteger a los menores y educarlos sobre los riesgos que pueden surgir en el uso de internet. En Mis Manos Te Enseñan te damos las siguientes recomendaciones:
1. Ubica el computador en un lugar transitado de la casa; esto te permite, como padre o cuidador, observar las actividades que desarrollan los menores de edad. En nuestro estudio encontramos que solo el 33 % de los niños y adolescentes hace uso de computadores que no se pueden llevar a su habitación y que comparten con otros miembros de la familia.
2. Recuerda que los computadores no son el único dispositivo digital que ellos manejan. Ahora existen dispositivos móviles que permiten a los menores de edad conectarse desde cualquier lugar y en cualquier momento. Como muestra de ello, nuestro estudio mostró que el 75 % de los niños y adolescentes encuestados manifestó conectarse principalmente desde su celular.
3. Como padre o cuidador, es importante que acompañes a niños y adolescentes para desarrollar en ellos la habilidad de reconocer en todo momento que la persona con quien intercambian mensajes no necesariamente es quien dice ser, así aprenderán a ser precavidos incluso cuando no hay adultos presentes.
De igual forma, fomenta en ellos la idea de que eviten conocer extraños a través de internet y, más importante aún, que procuren solo compartir texto y se abstengan de enviar otro tipo de formato de información, como fotos o videos. Encontramos que el 70 % de los niños y adolescentes encuestados manifestó haber hablado con sus padres sobre lo que hace en internet, lo cual es determinante para protegerlos.
4. Habla con ellos sobre el riesgo que representa aceptar encuentros reales con sus amigos virtuales. De acuerdo con nuestro estudio, en Colombia el 30 % de los menores de edad encuestados ha conocido gente por internet y, de este grupo, el 17 % manifestó haber tenido encuentro cara a cara con sus nuevos amigos virtuales.
A pesar de ello, y por más alarmante que parezca, hacer contacto con desconocidos a través de internet no necesariamente es sinónimo de peligro. Sin embargo, tal como lo afirma Charo Sádaba:
«Conocer a desconocidos no es malo; probablemente pensamos en la persona que hoy es nuestra mejor amiga o esposo o esposa, y no era conocido nuestro cuando le conocimos, por eso, conocer a desconocidos es el modo como desarrollamos las relaciones humanas, el problema es no tener la capacidad para juzgar el comportamiento del otro y luego la mediación de la pantalla que me permite mentir».
5. Conoce la información y las fotos que tus niños y adolescentes publican en sus redes sociales y chats. Según los hallazgos en nuestro estudio, los menores de edad entre más se sienten aconsejados sobre el uso de internet, menos contenido sexual comparten. No obstante, lo ideal es controlar el uso que hacen de la cámara web y la cámara del celular.
6. Invítalos a bloquear y a denunciar a cualquier persona o situación que les genere incomodidad mientras navegan. Para ello, como padre o cuidador debes mostrarte abierto a prestar el apoyo necesario para prevenir y tratar estos casos. Si evades estos temas, lo único que lograrás es alejar al menor de edad y exponerlo al peligro del grooming.
¿Cómo afecta el grooming a niños y adolescentes?
Conocer las consecuencias del grooming también puede darnos una idea de cuándo los menores de edad están siendo víctimas. Procuremos permanecer al tanto, ya que el mayor obstáculo para combatir estos riesgos es que a menudo se dificulta la detección de su incidencia.
Según el estudio Seguridad y Riesgos: Ciberbullying, grooming y sexting, realizado por la Universidad Oberta de Catalunya, en 2017, las consecuencias que debe afrontar la víctima del grooming son:
· Depresión infantil
· Pérdida de la autoestima
· Desconfianza
· Cambios de humor
· Bajo rendimiento académico
· Aislamiento
· Alteraciones del sueño y de la alimentación
· Pensamientos y comportamientos suicidas
· Heridas
· Traumatismos o lesiones derivadas de los actos sexuales
· Falta o mala relación de comunicación en la familia
· Chantaje a la propia familia por parte del atacante
· Modificación de su lenguaje corporal ante adultos
· Miedo a salir de casa
· Dolores de cabeza, náuseas, mareos, ataques de ansiedad, lesiones físicas sin justificación o diarreas frecuentes



















