Las niñas y niños tenemos derecho a la educación inclusiva, esto quiere decir que no es suficiente con que accedamos a la educación; por el contrario, la escuela deberá respetar y reconocer nuestras diferencias para desarrollarnos, aprender y expresarnos incluso desde la educación inicial, sin importar si el colegio al que asistimos es un colegio público o privado, ya que este derecho es universal.
La educación inclusiva es muy importante pues es un medio para que niñas y niños podamos ejercer y gozar de otros derechos; por ejemplo, ejercer nuestro derecho a participar, al desarrollo de nuestra identidad, a la recreación, y expresar nuestros sentimientos y opiniones.

Es decir, la educación inclusiva implica que:
  1. El centro es el estudiante.
  2. El colegio es el que debe ajustarse y transformarse para dar respuesta a nuestras realidades y particularidades como niñas y niños.
  3. Reconoce y comprende que no aprendemos igual, al mismo ritmo o con las mismas estrategias.
  4. El colegio debe desarrollar las acciones necesarias para que todas y todos aprendamos y nadie se quede atrás.
  5. Genera ambientes de aprendizajes significativos y comunes, sin discriminación o exclusión alguna a razón de nuestras diferencias como seres humanos. Es decir que aprendemos todos juntos, con nuestros pares.
  6. Es un proceso dinámico en el cual se reconoce, valora y responde, de manera pertinente, a la diversidad de características, intereses, posibilidades y expectativas de las niñas y niños.
  7. No solo se evalúan a los estudiantes, sino también al centro educativo en sí mismo, con el objetivo de avanzar, cada vez más, hacia la inclusión.
La calidad es uno de los principios de los colegios inclusivos. También deben responder a la diversidad con acciones y estrategias pertinentes y garantizar que todas y todos participemos con equidad, gozando de las mismas oportunidades y respetando nuestras formas de pensar y ver el mundo.

Sus acciones no solo se centrarán en aquellos estudiantes con discapacidad o con dificultades para el aprendizaje, ya que al reconocer que no todos aprenden de la misma manera y en el mismo tiempo, es flexible en sus contenidos y en la forma en la que genera acompañamiento y seguimiento al aprendizaje.

Hacia una escuela transformadora e inclusiva

Finalmente, el avanzar hacia una escuela inclusiva requiere de transformaciones y flexibilidad en elementos clave como lo son las políticas institucionales, las prácticas y la cultura.

Políticas: son el punto de partida; es aquí en donde la inclusión se convierte en el centro del desarrollo del colegio y donde todas y todos aprendan desde la diversidad que los caracteriza.

Prácticas: son muy importantes porque reflejan la cultura y las políticas inclusivas del colegio. Tienen que ver con asegurar que las actividades en el aula y fuera de ella promuevan la participación de todos los estudiantes y que aquellos que lo requieran, cuenten con los apoyos y los ajustes necesarios.

Cultura: el fin de la escuela inclusiva es lograr una comunidad escolar segura, acogedora y colaboradora en la que cada estudiante es valorado. Hace parte de la cotidianidad del colegio, en donde todo el personal -estudiantes, docentes y familias- respeta, reconoce y valora la diversidad.