Las palabras se mueven: les damos forma y nos unen como familia y comunidad
Es importante reconocer el significado, la interpretación, el poder que tienen las palabras al ser lanzadas al aire, al otro, a los niños y las niñas. Una sola palabra puede edificar, empoderar, honrar, asegurar, alegrar, felicitar, etc.

Busquemos todas esas palabras que hagan posible que los niños y las niñas identifiquen quiénes son y cuáles son sus cualidades y talentos; que les permitan reconocer el lugar que ocupan en la familia, expresar todo lo que tienen por decirle al mundo, ser ellos y ellas mismas, y sentirse seguros y auténticos.

 

¿Y si jugamos al noticiero?: partamos de todo eso que tienen por decir los niños y las niñas, su comprensión de las cosas, de las situaciones que viven en el día a día, y juguemos… Armemos un set de grabación, construyamos una cámara con cajas, etc., y démosle un micrófono… Dejemos que rueden sus ideas para preguntar, contar y narrar. Pueden entrevistar a los miembros de la familia, conocer sus historias, anécdotas, sus sueños. Esto significa vivir y compartir un momento divertido en familia; de paso, conocemos más al otro y nos vinculamos desde las alegrías y los sueños de cada uno.

 

¡Ver fotos… El plan perfecto¡: como se trata de aprovechar al máximo estos momentos de estar en casa… que tal si luego de adelantar todas las labores y tareas, buscamos ese espacio de apapacho como familia y nos sentamos cómodamente a ver fotos; las de los abuelos, de cuando papá era un niño, cuando mamá estaba en el colegio, el trascurrir de la vida de

los niños y las niñas o simplemente contar y escuchar todas esas vivencias que cada uno ha tenido y que los une como familia.

 

Los recuerdos viven en cada corazón: otra actividad que podemos hacer en familia podría ser que cada miembro de ella busque en su baúl de los tesoros, en su billetera, en su cajoncito secreto ese objeto que guarda desde hace muchos años porque tiene un significado muy especial. Reunámonos cuando todos tengamos ese recuerdo en las manos y, a la luz de cada objeto, escuchemos la historia que tiene y valoremos esas razones por las que aún existen dichos objetos y ocupan aún un lugar importante en sus vidas.

 

¿Que pasará con la familia de al lado?: ser compasivos es un sentimiento que cobra valor y más por estos días; nos pone a pensar y reconocer lo que le sucede al otro, a quienes nos rodean, con el deseo de aliviar aquello que les puede estar acongojando.

 

La misión será, entonces, darle un poco de alegría y cariño a su vecino, que cada uno haga parte de una cadena de buenas acciones… Escríbanle una carta -puede ser anónima- con todos los más bonitos deseos, palabras cargadas de esperanza, prosperidad, abundancia, etc… ¡Dejémosla secretamente en la puerta o ventana, como si le hubiera caído del cielo¡ … Ahora, no queda más que cruzar los dedos porque con esa bonita acción le hayamos transformado un día normal en un día muy especial.