Cuando queremos lograr que los niños y niñas consuman todos los alimentos servidos en la mesa es muy común que escuchemos o utilicemos frases como “si te comes todo el almuerzo, vamos a comer un postre”, “si no te comportas en la mesa, te voy a servir más verduras”, “si te comes todas las verduras, te compro un helado” e incluso, “si te comes toda la carne, te doy un vaso de gaseosa”.
De acuerdo con un artículo publicado en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública, “presionar a los niños y niñas para que coman y usar el castigo o premio para que terminen su comida es una práctica negativa”, porque pueden asociar los alimentos con prácticas negativas o positivas.
Por ejemplo, al usar las verduras como un chantaje para que el niño o niña consuma la totalidad de los alimentos servidos, se puede generar en ellos un pensamiento negativo hacia las verduras.
Esto conlleva a que no las consuma y estas no generen el efecto positivo en la salud que queremos lograr.
Adicionalmente, existe una serie de eventos u objetos diferentes a los alimentos que son usados como premio o castigo dentro de las dinámicas familiares y sociales.
Por ejemplo, en un estudio publicado por la Universidad Nacional de Lanús de Argentina, se establece que “la compra de alimentos o la salida a restaurantes de comida rápida también es utilizada por las madres como “premio”.
Esta es una práctica no recomendada porque los niños y niñas van a asociar los restaurantes con una emoción de felicidad y van a sentirse muy atraídos por este tipo de lugares y los alimentos que se consumen allí.
Dichas acciones impactan directamente en el estado de salud de los niños y niñas, al igual que en la selección de alimentos que van a hacer en el futuro.
En un estudio publicado en la Revista Chilena de Nutrición, denominado “Dificultades en la alimentación de niños sanos en Montevideo-Uruguay”, se encontró que de 205 niños y niñas, 87 presentaban algún tipo de dificultad en la alimentación. De estos, un 70.1 por ciento recibían premios por comer y un 78.2 por ciento recibían castigos por no comer.
Este hallazgo permite determinar que este tipo de acciones están asociadas con dificultades en la alimentación e inadecuados hábitos alimentarios, repercutiendo en el estado de salud de los niños y niñas.
Lo anterior evidencia que, en algunas ocasiones, madres, padres o cuidadores implementamos estrategias erróneas que pueden generar rechazo a diferentes alimentos y preparaciones.
Lo anterior termina limitando el acceso a una dieta completa, equilibrada, suficiente y adecuada e impactando directamente en el estado de salud de los niños y niñas.
Por esta razón es necesario que disfrutemos cada tiempo de comida compartiendo en familia, aprovechando dichos espacios como procesos de aprendizaje por medio del ejemplo y haciendo uso de la comunicación asertiva y efectiva.
En caso de que empieces a evidenciar algún tipo de dificultad en la alimentación en los niños, niñas, es importante que lo consultes con el pediatra o nutricionista, para que este tipo de dudas puedan ser aclaradas, atendidas y de ser necesario, corregidas a tiempo.
De acuerdo con un artículo publicado en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública, “presionar a los niños y niñas para que coman y usar el castigo o premio para que terminen su comida es una práctica negativa”, porque pueden asociar los alimentos con prácticas negativas o positivas.
Por ejemplo, al usar las verduras como un chantaje para que el niño o niña consuma la totalidad de los alimentos servidos, se puede generar en ellos un pensamiento negativo hacia las verduras.
Esto conlleva a que no las consuma y estas no generen el efecto positivo en la salud que queremos lograr.
Adicionalmente, existe una serie de eventos u objetos diferentes a los alimentos que son usados como premio o castigo dentro de las dinámicas familiares y sociales.
Por ejemplo, en un estudio publicado por la Universidad Nacional de Lanús de Argentina, se establece que “la compra de alimentos o la salida a restaurantes de comida rápida también es utilizada por las madres como “premio”.
Esta es una práctica no recomendada porque los niños y niñas van a asociar los restaurantes con una emoción de felicidad y van a sentirse muy atraídos por este tipo de lugares y los alimentos que se consumen allí.
Dichas acciones impactan directamente en el estado de salud de los niños y niñas, al igual que en la selección de alimentos que van a hacer en el futuro.
En un estudio publicado en la Revista Chilena de Nutrición, denominado “Dificultades en la alimentación de niños sanos en Montevideo-Uruguay”, se encontró que de 205 niños y niñas, 87 presentaban algún tipo de dificultad en la alimentación. De estos, un 70.1 por ciento recibían premios por comer y un 78.2 por ciento recibían castigos por no comer.
Este hallazgo permite determinar que este tipo de acciones están asociadas con dificultades en la alimentación e inadecuados hábitos alimentarios, repercutiendo en el estado de salud de los niños y niñas.
Lo anterior evidencia que, en algunas ocasiones, madres, padres o cuidadores implementamos estrategias erróneas que pueden generar rechazo a diferentes alimentos y preparaciones.
Lo anterior termina limitando el acceso a una dieta completa, equilibrada, suficiente y adecuada e impactando directamente en el estado de salud de los niños y niñas.
Por esta razón es necesario que disfrutemos cada tiempo de comida compartiendo en familia, aprovechando dichos espacios como procesos de aprendizaje por medio del ejemplo y haciendo uso de la comunicación asertiva y efectiva.
En caso de que empieces a evidenciar algún tipo de dificultad en la alimentación en los niños, niñas, es importante que lo consultes con el pediatra o nutricionista, para que este tipo de dudas puedan ser aclaradas, atendidas y de ser necesario, corregidas a tiempo.



















