Pautas y consejos para reiniciar la vida productiva fuera de casa
Con la reapertura gradual de algunos sectores de la economía, muchos colombianos comenzarán han comenzado o están próximos a retomar sus productivas ¿cuáles son los retos que esto implica para las familias?
Debido a la emergencia sanitaria generada por la COVID-19 son muchas las personas que han estado en sus casas en confinamiento preventivo obligatorio por más de dos meses y han enfrentado diversos retos con sus relaciones familiares.
 
Muchas, seguramente, han logrado sortear algunos conflictos, generando nuevos acuerdos para asumir las responsabilidades del hogar y pueden decir que esta temporada les ha permitido fortalecer sus vínculos familiares.
 
Para otras personas, la situación no ha sido fácil. Probablemente, han tenido que enfrentar  la pérdida de sus empleos, ya que no pueden ejercer su labor desde casa; han estado cesantes, debatiéndose entre la posibilidad de un contagio prematuro y el acoso para cumplir sus responsabilidades.
 
Otras, quizás mas afortunadas, pudieron seguir realizando las labores desde sus casas. Sin embargo, tuvieron que enfrentar otros retos, como lidiar con empleadores que consideran que el trabajo en casa significa estar disponible para atender asuntos laborales las 24 horas, los siete días de la semana.
En estos casos, las exigencias de la inmediatez que brinda la conexión remota, seguramente, los ha llevado a un desequilibrio entre los tiempos de cuidado en el hogar, los tiempos de trabajo y los de descanso.
 
En este escenario tenemos un grupo considerable de personas que desean volver a la “normalidad”, bien sea para reactivar su economía y, con esto, la productividad del país, o bien sea para recuperar las dinámicas en el hogar con la esperanza de que, una vez lleguen a casa, puedan dedicarse de tiempo completo a sus familias y, en general, a cosas distintas al trabajo.
 
Es decir, “la normalidad” trae consigo una dinámica de cierto respeto por los espacios delimitados de trabajo y cuidado familiar, cuyos límites, hoy por hoy, aparecen completamente desdibujados.
 
Sin embargo, y aunque existen los llamados para al regreso a las calles, lugares de trabajo y esparcimiento, este proceso será gradual.
 
L anterior implica unos retos significativos para las familias en las que los adultos se reincorporan a la vida laboral mientras que, en los diferentes escenarios a la vista, los últimos en regresar a ciertas dinámicas cotidianas serán los niños, niñas y adolescentes, ya que los servicios de cuidado y atención a la primera infancia y el sector educativo serán de los últimos en retomar actividades.
 
En hogares con padres asistiendo al trabajo o con altas cargas de trabajo en casa y con la educación de hijos e hijas en modalidad virtual, se ha recurrido a los abuelos como cuidadores principales de niños, niñas y adolescentes, más aún cuando estos comparten medidas de confinamiento y prevención por su vulnerabilidad ante el virus.
 
Esta realidad de adultos mayores haciéndose cargo de sus nietos durante la contingencia, pareciera ser una de las alternativas de apoyo para los padres frente al proceso que se avecina, aún en detrimento de la propia salud y derechos de los mayores, quienes realizan labores de cuidado durante jornadas extensas que, en muchos casos, incluyen tareas domésticas.
 
También nos encontramos con madres o padres cabeza de hogar que hoy absorben toda la carga y que, ante el retorno a la vida productiva en el exterior, se enfrentan al desafío del cuidado de hijos e hijas, que en circunstancias normales se encontrarían en las instituciones educativas o de cuidado.
 
Este panorama genera preocupaciones de diversa índole, como la protección de los adolescentes, los accidentes caseros por falta de supervisión o, incluso, que el hecho de tener  que dejar a sus hijos solos en casa sea motivo de reporte ante las autoridades por parte de vecinos o terceros.
 
¿Qué hacer entonces?
 
Para responder a la situación que se vive en la actualidad y la que se avecina para muchos, una alternativa es enfocarse en dos habilidades principales: la solidaridad y la empatía; retomar la noción de comunidad (común-unidad), para cuidarnos entre todos.
 
Hay una frase que suele asignarse a un proverbio africano y que puede ilustrar esta idea: “para educar a un niño, hace falta la tribu entera”.
 
Y aunque la educación y crianza de hijos e hijas es responsabilidad primaria del padre y la madre, hoy mas que nunca es importante que estos cuenten con un sistema de apoyo que facilite la crianza en tiempos de COVID-19, ya sea para realizar actividades que los padres y madres no pueden asumir o para acompañarlos en su labor.
 
Aunque en este mundo virtual suele diluirse el sentido de comunidad, esta puede llegar a ser clave en la protección de los diferentes integrantes de la familia y para el desarrollo social de los menores de edad, más aún en esta época.
 
Los vecinos, amigos, miembros de organizaciones sociales, religiosas o referentes de apoyo de las familias, pueden ser parte esencial en el proceso que enfrentamos y en el que podemos construir comunidades de cuidado a la medida de la pandemia, no de grandes espacios de educación y cuidado, sino de pequeños grupos que nos permita cuidarnos mientras recuperamos nuestras dinámicas habituales.
 
¿Cómo podemos participar en este proceso?
 
  • Empieza por conocer a mayor profundidad a tus vecinos. Puedes construir con ellos estrategias de cuidado sin contacto, en la cual no se expongan ante el riesgo ni ellos, ni tú, ni tu familia. Recurre a tus amigos para que también se integren al proceso.
 
  • Si necesitas que una persona externa a la familia te ayude en el cuidado y crianza, aplica prácticas adecuadas de prevención para su ingreso y permanencia en tu casa, las mismas que debes realizar tú al llegar después de una jornada de trabajo. Desinfecta zapatos, lávate las manos con agua y jabón y usa alcohol en atomizador. Sería importante considerar que  persona tenga una muda de ropa en tu casa para que la use siempre estando allí.
 
  • Brinda tu apoyo a los vecinos y amigos, en tanto tus posibilidades y capacidades lo permitan.
 
  • Se empático. Si eres empleador concilia con tus empleados los tiempos de trabajo y hogar; conviértete en un garante de sus derechos y los de sus familias e hijos.
 
  • Busca la asistencia de las instituciones del estado para que te apoyen en este proceso.