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Mayo 20, 2021

Transformando carencias en posibilidades

Transformando carencias en posibilidades
Cuando un/a adolescente o un/a joven comete un delito no solo se ve afectada la persona que fue víctima, sino que también se generan una serie de consecuencias que lo impactan a él/ella mismo/a, a su familia e incluso a su comunidad.
Transformando carencias en posibilidades
Estas consecuencias tienen que ver con aspectos en su desarrollo ya que al ser un momento de la vida en el que ocurren grandes cambios, la afectación puede ser devastadora y generarse un quiebre en las distintas áreas (familiar, educativa, individual) debido a la estigmatización y al rechazo que recibe, así como a las sanciones que puedan ser impuestas.
 
En la familia, naturalmente, ocurre lo mismo pues se enfrentan al mismo rechazo, pero también al dolor de ver a su ser querido en una situación muy difícil. Y finalmente, la comunidad entendida como los vecinos, los amigos, la escuela y todas las personas que comparten algo con el adolescente o joven, también padecen las consecuencias del acto delictivo, como por ejemplo la sensación de inseguridad que les generó el hecho.
 
Si todas estas personas se ven afectadas por el delito cometido, también deben ser ellas quienes se involucren en la prevención de este fenómeno. Además, las razones por las cuales un adolescente o un joven comete un delito son muchas y muy variadas e involucran a la familia, a la comunidad y a los mismos adolescentes y jóvenes.
 
¿Qué hacer entonces para evitar que un adolescente o un joven cometa un delito?
 
Debemos empezar por ver qué aspectos positivos tiene cada uno de los chicos para ofrecer, qué cosas positivas tiene su familia y su comunidad, no desde la carencia, sino desde las posibilidades ya que estas son las mismas que nos permiten desempañar el panorama, ver con más claridad las oportunidades de cambio que existen y las formas de lograrlo.
 
Para esto, es importante que tanto las personas de la comunidad como la familia, contribuyan acompañando a los adolescentes y jóvenes en su proceso de desarrollo desde que nacen, para brindarles oportunidades y así contribuir a que identifiquen sus potencialidades. La adolescencia y la juventud son momentos de cambio que pueden ser difíciles, por lo que no podemos dejarlos solos. Es importante recordarles siempre que son personas capaces de hacer lo que se propongan y de mostrarles que tienen el apoyo de un adulto que vivió la misma etapa y las mismas dificultades a las cuales se ven enfrentados.
 
Algunas recomendaciones para esto:
 
  • Se debe apoyar a los adolescentes y jóvenes a tener confianza en ellos, aceptarse tal y como son, ayudarlos a que identifiquen y desarrollen sus habilidades y a amar su cuerpo, sus defectos y sus cualidades.
  • Es importante que les ayudemos a reconocer las emociones y a transformarlas en creatividad. No es malo sentirse enojado o triste, pero debemos reconocer que nos sentimos de esa manera para tener reacciones adecuadas.
  • Hay que contribuir a que cada adolescente y joven reconozca en los demás su potencial y sus necesidades, respetándolos desde la diferencia. Esto implica motivarlos a ponerse en los zapatos del otro e identificar las situaciones que está atravesando, ayudarlo y desearle el bien.
  • La comunicación y el diálogo son claves; explicarles cuáles pueden ser las consecuencias de sus actos, no solo para él o ella sino para el resto de las personas que pueden verse afectadas.
  • Demostrarles nuestro afecto y fomentar su autonomía, lo que implica necesariamente ver al adolescente o joven como un ser con derechos, pero sobre todo con muchas cosas para ofrecer. No los veamos como proyectos a futuro, sino como personas que al igual que nosotros, tienen unas necesidades específicas y tienen la capacidad de tomar decisiones en todas las situaciones que los afectan.
  • Generar acuerdos con el adolescente o joven para establecer normas claras en el hogar, la escuela y cualquier otro espacio. Deben evitarse los castigos, pero esto no implica que no haya normas, sino que es fundamental que el adolescente o joven comprenda por qué son necesarias.
 
 
Reconocer que todos tenemos un rol en la prevención del delito y darnos cuenta de todo lo que tenemos para dar es el primer paso. Mirémonos al espejo y veamos esas características que nos definen desde lo positivo. ¡Mirémonos entre nosotros también! y veamos a los adolescentes y jóvenes como esos agentes de cambio, siempre desde sus infinitas posibilidades y ayudémoslos en ese proceso de transformación.