En estos tiempos es indiscutible que las tecnologías de la información y las comunicaciones han logrado incursionar en todos los ámbitos de la vida de las personas, principalmente internet. Gran parte de las relaciones humanas hoy están mediadas por la tecnología, más cuando las restricciones a causa de la pandemia por la COVID-19 nos han exigido estudiar, trabajar, relacionarnos y divertirnos a través de las pantallas.

Las niñas, niños y adolescentes no han sido ajenos a la irrupción de las TIC en sus vidas. Para dar un contexto, según la Academia Americana de Pediatría (2016), en 1970 los niños estadounidenses tenían su primer contacto con las pantallas a los 4 años y el acceso estaba limitado a la televisión. Casi cincuenta años después, los niños estadounidenses acceden a una mayor cantidad de dispositivos tecnológicos digitales desde los 4 meses.

Frente al rápido avance de las tecnologías, su portabilidad y su uso constante, organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) han brindado recomendaciones para acompañar un uso adecuado de las tecnologías de la información y las comunicaciones por parte de niñas, niños y adolescentes.

La AAP ha recomendado que las niñas y niños no pasen tiempo frente a dispositivos tecnológicos hasta los 18 – 24 meses, con excepción del chat de video; por otro lado, que niñas y niños entre los 2 a 5 años deben tener una hora o menos de tiempo frente a la pantalla por día. Además, recomiendan establecer un plan familiar de uso de medios para niñas y niños mayores en el que, junto a madres, padres y cuidadores, negocien los límites en torno al uso de la pantalla.

Sumado a lo anterior, sobre actividad física, comportamiento sedentario y sueño para niñas y niños, la OMS ha recomendado, de manera similar, que no se usen pantallas para niños menores de 2 años y menos de una hora al día para niños de 2 a 5 años.

Ahora bien, cuando se inicie el uso de dispositivos tecnológicos es necesario que madres, padres y cuidadores realicen un acompañamiento; es así como construirán una relación de confianza en torno a la tecnología, además de mantener una comunicación abierta y de apoyo para que la niña o el niño sepa que puede acudir a ellos si algo sale mal o no se siente bien en línea.