Cada etapa en la dinámica familiar, así como en la crianza, tiene sus alegrías, sus retos y, por supuesto, su estrés. Dinámicas que, en algunas ocasiones, pueden mezclarse con dificultades económicas, desempleo, inseguridad, incertidumbre o el hecho de no tener suficientes redes de apoyo familiares y sociales. Factores que enfrentan los padres, madres o cuidadores y que, al no tener las capacidades o recursos necesarios para afrontar los retos de la vida diaria, pueden aumentar los niveles de estrés y generar tensiones y conflictos al interior de la familia.
El estrés no tiene que ser nocivo
En sí mismo, el estrés no debe entenderse como un elemento nocivo; cuando es moderado hace parte del proceso de aprendizaje y memorización de información que favorece los niveles de atención, a la vez que estimula la creatividad al momento de motivar nuevas formas de resolver las situaciones; en este sentido, un estrés bien manejado mejora la capacidad de adaptación y permite construir una mejor versión de nosotros.
Sin embargo, el manejo inadecuado del estrés genera respuestas negativas que pueden afectarnos, tanto de manera individual, como en nuestras relaciones familiares.
Individualmente pueden presentarse problemas para dormir o dormir demasiado, tener mayor tendencia a fumar o consumir drogas en exceso, incluido el alcohol; comer de manera excesiva, no comer lo suficiente o comer mal; como tambien presentar sensaciones de desespero o falta de esperanza.
En la familia esto puede traducirse en una tendencia hacia la hostilidad o agresividad, que se puede manifestar contra tu pareja o los niños y niñas. Generalmente, un inadecuado manejo del estrés también lleva a mayores niveles de autoritarismo o al uso del castigo físico, afectando negativamente los vínculos emocionales entre los integrantes de la familia.
El estrés como oportunidad para crecer en familia
Está en nosotros la posibilidad de canalizar adecuadamente el estrés al que nos enfrentamos como padres y madres; cuando adoptamos una postura de aprendizaje frente a las situaciones retadoras, podemos aprovechar los beneficios del estrés y transformarlo en oportunidades.
Existen múltiples formas de abordar, de manera positiva, las situaciones estresantes, por ejemplo, podemos tomar un espacio cada día para apreciar y disfrutar a nuestra familia, esto seguro nos brindará sentido de unidad para enfrentar los momentos críticos; es importante saber pedir ayuda y resulta fundamental ampliar y cultivar la red social y familiar de apoyo para acudir a ella cuando lo necesitemos y cuando nos necesiten; identifiquemos las situaciones que nos generan más estrés y construyamos alternativas para abordarlas, ojalá, con todos los integrantes de la familia.
Siempre el manejo del estrés será mas fácil si lo hacemos juntos, si nos permitimos conversar como familia, si promovemos la solidaridad, el apoyo y el cuidado mutuo. Actuar como familia nos permite desarrollar mejores versiones de nosotros mismos.
El estrés no tiene que ser nocivo
En sí mismo, el estrés no debe entenderse como un elemento nocivo; cuando es moderado hace parte del proceso de aprendizaje y memorización de información que favorece los niveles de atención, a la vez que estimula la creatividad al momento de motivar nuevas formas de resolver las situaciones; en este sentido, un estrés bien manejado mejora la capacidad de adaptación y permite construir una mejor versión de nosotros.
Sin embargo, el manejo inadecuado del estrés genera respuestas negativas que pueden afectarnos, tanto de manera individual, como en nuestras relaciones familiares.
Individualmente pueden presentarse problemas para dormir o dormir demasiado, tener mayor tendencia a fumar o consumir drogas en exceso, incluido el alcohol; comer de manera excesiva, no comer lo suficiente o comer mal; como tambien presentar sensaciones de desespero o falta de esperanza.
En la familia esto puede traducirse en una tendencia hacia la hostilidad o agresividad, que se puede manifestar contra tu pareja o los niños y niñas. Generalmente, un inadecuado manejo del estrés también lleva a mayores niveles de autoritarismo o al uso del castigo físico, afectando negativamente los vínculos emocionales entre los integrantes de la familia.
El estrés como oportunidad para crecer en familia
Está en nosotros la posibilidad de canalizar adecuadamente el estrés al que nos enfrentamos como padres y madres; cuando adoptamos una postura de aprendizaje frente a las situaciones retadoras, podemos aprovechar los beneficios del estrés y transformarlo en oportunidades.
Existen múltiples formas de abordar, de manera positiva, las situaciones estresantes, por ejemplo, podemos tomar un espacio cada día para apreciar y disfrutar a nuestra familia, esto seguro nos brindará sentido de unidad para enfrentar los momentos críticos; es importante saber pedir ayuda y resulta fundamental ampliar y cultivar la red social y familiar de apoyo para acudir a ella cuando lo necesitemos y cuando nos necesiten; identifiquemos las situaciones que nos generan más estrés y construyamos alternativas para abordarlas, ojalá, con todos los integrantes de la familia.
Siempre el manejo del estrés será mas fácil si lo hacemos juntos, si nos permitimos conversar como familia, si promovemos la solidaridad, el apoyo y el cuidado mutuo. Actuar como familia nos permite desarrollar mejores versiones de nosotros mismos.



















