Padres, madres y cuidadores deben aprovechar las posibilidades que se generan para comunicarse con los adolescentes y motivar su participación, siendo sensibles para reconocer y conectarse con las formas como se comunican y que son particulares a cada uno. En la adolescencia, muchos elementos construidos en la infancia parecen desaparecer: hay una tendencia a rebelarse frente a las normas y exigencias externas, además procuran relacionarse con personas de su edad y disminuye el deseo de compartir (o relacionarse) con adultos, niñas y niños.
Por ello, su participación en ciertas actividades no debe ser obligada, sino tenerse en cuenta sus intereses y hacer acuerdos sobre aquellas en las que se desea contribuir, que representan dinámicas de cuidado entre los integrantes de la familia o por la importancia que tienen en la dinámica familiar (la celebración del cumpleaños de un abuelo o una abuela, o del grado de algún hermano o hermana, por poner dos ejemplos).
De igual manera, es necesario conversar para llegar a acuerdos sobre su colaboración para el desarrollo de las actividades del hogar, teniendo en cuenta que, cuando se escucha activamente las necesidades y deseos del adolescente, se enseña a tener en cuenta al otro y a llegar a acuerdos, a la vez que los compromisos serán asumidos de manera voluntaria y aumentará el esfuerzo por cumplir con lo pactado. Lo mismo sucede con las normas de convivencia y actividad digital; al sentirse partícipes, los adolescentes ya no sentirán la presión del control externo y, por el contrario, se percibirán reconocidos y reafirmados en su sentido de identidad y autoconfianza.
Tomado de: El valor de mi voz. Participación infantil en la familia. Cartilla nro. 18 del ciclo de profundización de la modalidad Mi Familia.
Por ello, su participación en ciertas actividades no debe ser obligada, sino tenerse en cuenta sus intereses y hacer acuerdos sobre aquellas en las que se desea contribuir, que representan dinámicas de cuidado entre los integrantes de la familia o por la importancia que tienen en la dinámica familiar (la celebración del cumpleaños de un abuelo o una abuela, o del grado de algún hermano o hermana, por poner dos ejemplos).
De igual manera, es necesario conversar para llegar a acuerdos sobre su colaboración para el desarrollo de las actividades del hogar, teniendo en cuenta que, cuando se escucha activamente las necesidades y deseos del adolescente, se enseña a tener en cuenta al otro y a llegar a acuerdos, a la vez que los compromisos serán asumidos de manera voluntaria y aumentará el esfuerzo por cumplir con lo pactado. Lo mismo sucede con las normas de convivencia y actividad digital; al sentirse partícipes, los adolescentes ya no sentirán la presión del control externo y, por el contrario, se percibirán reconocidos y reafirmados en su sentido de identidad y autoconfianza.
Tomado de: El valor de mi voz. Participación infantil en la familia. Cartilla nro. 18 del ciclo de profundización de la modalidad Mi Familia.