Las niñas y los niños son exploradores por naturaleza. Con la autonomía que les da el inicio del gateo y, luego, de sus primeros pasos, se despierta también la curiosidad por descubrir cada rincón de su entorno, más ahora que pasan todo el día en casa.
Conocer espacios, escalar y bajar muebles, alcanzar y agarrar objetos son, durante la primera infancia, grandes experiencias que favorecen el desarrollo de sus habilidades motrices y cognitivas.
Sin embargo, en este proceso de descubrimiento y aprendizaje, las niñas y los niños pueden estar expuestos a diferentes accidentes como golpes y caídas. Conocer los riesgos y tomar medidas para mitigarlos es indispensable para que las madres, padres y cuidadores generen un ambiente seguro y protector en los hogares.
De 0 a 10 meses: caídas de brazos y de cunas
Entre los 0 y los 10 meses, los bebés son susceptibles a sufrir accidentes como caídas de alturas.
Por eso nunca se les debe dejar solos o sin atención, nisiquiera por un instante, en camas, cambiadores, hamacas, chinchorros, mecedoras o cualquier otro lugar desde los que pueda caer.
De otro lado, las caídas de los brazos de los cuidadores también se presentan con frecuencia en esta etapa. Por lo tanto, es esencial que, antes de cargar a un bebé, tanto los adultos como los menores de edad que quieran hacerlo aprendan las técnicas para sujetar correctamente al niño teniendo en cuenta que se debe realizar un buen agarre sosteniendo cuello y cabeza.
De 10 a 18 meses: inicia la exploración
Entre los 10 meses y los dos años, las niñas y los niños inician el gateo, empiezan a dar sus primeros pasos y a explorar su entorno. En esta etapa los golpes y caídas se dan porque, en la medida en que empiezan a desarrollar sus habilidades motrices, se tropiezan, resbalan o sufren lesiones por la caída de objetos contundentes en el intento por sostenerse de muebles y artefactos o de tratar de trepar por ellos.
Para prevenir riesgos, los cuidadores deben ponerse al nivel de la niña o el niño y gatear por toda la casa. De esta manera, podrán analizar el entorno desde la perspectiva del menor de edad e identificar aquellos elementos que pueden presentar amenaza y tomar las medidas pertinentes.
De 2 a 6 años: cuidado con las ventanas
Toda vez que las niñas y los niños aprenden a caminar, logran la libertad motora que les permite correr, subir muebles con mayor facilidad y dar saltos de un lugar a otro.
Además, son capaces de mover objetos como sillas y mesas pequeñas para luego, escalar en ellas y continuar la exploración de su entorno.
De hecho, en esta etapa las ventanas se convierten en focos críticos de atención por lo que es esencial eliminar cualquier mueble cercano a estas que le permita al niño alcanzarlas y caer a través de ellas.
¿Qué hacer ante un golpe o caída?
Conservar la calma es la primera recomendación. Solo de esta manera, podrás actuar de la mejor manera. El siguiente paso consiste en atender el evento y revisar la gravedad de este con el fin de identificar la presencia de heridas o hematomas.
Si el golpe fue en la cabeza y la niña o niño es menor de un año, los pediatras recomiendan acudir inmediatamente al médico.
En el caso de los niños más grandes, deberás verificar su estado de consciencia haciéndole preguntas tipo ¿cómo te llamas? ¿dónde te duele? ¿cuántos años tienes?, etc.
Para aliviar el golpe puedes poner agua al clima y en caso de que haya heridas, deberás limpiar con agua y jabón.
No apliques remedios caseros como sal, café o cáscaras de frutas o verduras que pueden empeorar el estado de la lesión. En lugar de ello, puedes recurrir a antisépticos de uso externo que puedes aplicar con la ayuda de una gasa o un algodón.
Si la herida no deja de sangrar, el niño está inconsciente o manifiesta dolor intenso, no puede mover la parte del cuerpo afectada debes llevarlo de forma inmediata a un centro médico.
¿Qué no hacer?
Los siguientes son algunos errores que, usualmente, cometen los cuidadores a la hora de atender un golpe o caída. Conócelos y evítalos:
Conocer espacios, escalar y bajar muebles, alcanzar y agarrar objetos son, durante la primera infancia, grandes experiencias que favorecen el desarrollo de sus habilidades motrices y cognitivas.
Sin embargo, en este proceso de descubrimiento y aprendizaje, las niñas y los niños pueden estar expuestos a diferentes accidentes como golpes y caídas. Conocer los riesgos y tomar medidas para mitigarlos es indispensable para que las madres, padres y cuidadores generen un ambiente seguro y protector en los hogares.
De 0 a 10 meses: caídas de brazos y de cunas
Entre los 0 y los 10 meses, los bebés son susceptibles a sufrir accidentes como caídas de alturas.
Por eso nunca se les debe dejar solos o sin atención, nisiquiera por un instante, en camas, cambiadores, hamacas, chinchorros, mecedoras o cualquier otro lugar desde los que pueda caer.
De otro lado, las caídas de los brazos de los cuidadores también se presentan con frecuencia en esta etapa. Por lo tanto, es esencial que, antes de cargar a un bebé, tanto los adultos como los menores de edad que quieran hacerlo aprendan las técnicas para sujetar correctamente al niño teniendo en cuenta que se debe realizar un buen agarre sosteniendo cuello y cabeza.
De 10 a 18 meses: inicia la exploración
Entre los 10 meses y los dos años, las niñas y los niños inician el gateo, empiezan a dar sus primeros pasos y a explorar su entorno. En esta etapa los golpes y caídas se dan porque, en la medida en que empiezan a desarrollar sus habilidades motrices, se tropiezan, resbalan o sufren lesiones por la caída de objetos contundentes en el intento por sostenerse de muebles y artefactos o de tratar de trepar por ellos.
Para prevenir riesgos, los cuidadores deben ponerse al nivel de la niña o el niño y gatear por toda la casa. De esta manera, podrán analizar el entorno desde la perspectiva del menor de edad e identificar aquellos elementos que pueden presentar amenaza y tomar las medidas pertinentes.
De 2 a 6 años: cuidado con las ventanas
Toda vez que las niñas y los niños aprenden a caminar, logran la libertad motora que les permite correr, subir muebles con mayor facilidad y dar saltos de un lugar a otro.
Además, son capaces de mover objetos como sillas y mesas pequeñas para luego, escalar en ellas y continuar la exploración de su entorno.
De hecho, en esta etapa las ventanas se convierten en focos críticos de atención por lo que es esencial eliminar cualquier mueble cercano a estas que le permita al niño alcanzarlas y caer a través de ellas.
¿Qué hacer ante un golpe o caída?
Conservar la calma es la primera recomendación. Solo de esta manera, podrás actuar de la mejor manera. El siguiente paso consiste en atender el evento y revisar la gravedad de este con el fin de identificar la presencia de heridas o hematomas.
Si el golpe fue en la cabeza y la niña o niño es menor de un año, los pediatras recomiendan acudir inmediatamente al médico.
En el caso de los niños más grandes, deberás verificar su estado de consciencia haciéndole preguntas tipo ¿cómo te llamas? ¿dónde te duele? ¿cuántos años tienes?, etc.
Para aliviar el golpe puedes poner agua al clima y en caso de que haya heridas, deberás limpiar con agua y jabón.
No apliques remedios caseros como sal, café o cáscaras de frutas o verduras que pueden empeorar el estado de la lesión. En lugar de ello, puedes recurrir a antisépticos de uso externo que puedes aplicar con la ayuda de una gasa o un algodón.
Si la herida no deja de sangrar, el niño está inconsciente o manifiesta dolor intenso, no puede mover la parte del cuerpo afectada debes llevarlo de forma inmediata a un centro médico.
¿Qué no hacer?
Los siguientes son algunos errores que, usualmente, cometen los cuidadores a la hora de atender un golpe o caída. Conócelos y evítalos:
- No reprendas al niño y mucho menos, lo culpes del accidente. Esto lo asusta y le causa mayor estrés y angustia. Si necesitas que comprenda la lección, dialoga después de atender la crisis y muéstrale las consecuencias que generan algunos descuidos.
- No le digas expresiones como: “párate que no te pasó nada”, “no llores” o “no es para tanto”. Las niñas y niños deben expresar sus sentimientos de dolor con libertad. Si el golpe fue leve, consuela a tu niño y ayúdale a gestionar sus emociones con frases como “entiendo que te duele, pero ya va a pasar”.
- No dejes de atender la situación. Ignorar las caídas y decir expresiones como “eso te pasa por inquieto”, afectan su autoestima, generan sentimientos de culpa y abandono y no conducen a que el niño reflexione positivamente sobre el suceso.



















