Creencias erróneas acerca del castigo físico que debemos erradicar en nuestros hogares
Un refrán tan común como ‘la letra con sangre entra’ esconde prácticas que afectan el desarrollo cognitivo, social y emocional de niñas, niños y adolescentes.
En cuestiones de crianza, cuando se habla de erradicar el maltrato hacia niñas, niños y adolescentes, hay padres, madres y cuidadores a quienes aún les cuesta trabajo transformar la manera en la que se relacionan con sus hijos.
En algunos casos esto ocurre porque se suelen replicar modelos de crianza aprendidos de padres y abuelos. También sucede que el maltrato hacia niñas, niños y adolescentes ha sido normalizado mediante creencias populares erróneas o distorsionadas que nos llevan a pensar que estamos haciendo lo correcto cuando no es así.

Sea cual sea la razón, es hora de que empecemos a erradicar algunos supuestos alrededor de la crianza. 

Por eso, desde la Dirección de Niñez y Adolescencia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y con la asesoría de Liliana Orjuela, psicóloga clínica y referente técnica de prevención de violencia intrafamiliar de la entidad, listamos algunos de los mitos más comunes alrededor del castigo físico en la crianza:
 
Dar un pellizco, una palmada o un halón de orejas no es maltrato
 
Cuando madres, padres y cuidadores recurren a este tipo de acciones para reprender a sus niñas, niños y adolescentes están ejerciendo formas de castigo físico y, a su vez, corren el riesgo de traspasar esa delgada línea que hay entre este y el maltrato pues todo depende de la frecuencia, la intensidad y la intención con la que se ejerza este tipo de prácticas.
 
La letra con sangre entra
¿Por qué creemos que las niñas y los niños deben sentir dolor para aprender si la ciencia nos dice todo lo contrario?
 
Para empezar, diversas agremiaciones de psicólogos y médicos, entre ellas, la Asociación Americana de Pediatría han coincidido en establecer que no existe ninguna evidencia científica que respalde los beneficios del castigo físico a largo plazo.

No obstante, no se necesitan estudios clínicos para comprender el perjudicial efecto del castigo físico.

Piénsalo: si  tú como adulto fueras abofeteado por tu jefe cada vez que cometieras un error ¿tendrías ánimos para seguir sus instrucciones? ¿Aprenderías la lección? ¿Estarías dispuesto a continuar trabajando con el mismo entusiasmo? O, por el contrario, ¿empezarías a desarrollar sentimientos de ira o rencor hacia esa persona? ¿Pensarías en renunciar? Así también reaccionan los niños.
 
El castigo físico enseña a tener respeto a la autoridad

Falso. Con el uso de la violencia, las niñas y los niños no aprenden a respetar a las figuras de autoridad, sino a tenerles miedo.

Esto puede conllevar a que, cuando esa figura de autoridad no esté presente haya transgresión de las normas, simplemente porque los menores de edad no han logran interiorizarlas como reglas que nos permiten vivir en sociedad sino como “algo que no puedo hacer porque mi mamá, mi papá o mi cuidador se enoja”.
 
Si no se utiliza el castigo, entonces los niños pierden el respeto a los padres

Volvemos al punto anterior. Una vez más debemos comprender que el castigo físico infunde miedo y no promueve el respeto.

No podemos olvidar que esta práctica termina generando rabia y dolor emocional e interfiere en la construcción de relaciones de respeto, confianza y afecto entre las niñas y los niños con sus padres o cuidadores.
 
El castigo físico enseña

Lo único que el castigo físico les enseña a las niñas, niños y adolescentes es que la violencia es una forma de resolver los problemas o los desacuerdos.

 Lo peor del caso, es que cuando un menor de edad crece bajo esta dinámica puede terminar creyendo que cualquier persona que tenga mayor poder sobre él, puede violentarlo. Así es como se empieza a reproducir el círculo vicioso de la violencia.
 
Yo tengo derecho a pegarle a mi hija o hijo

Los niños, las niñas y los adolescentes son sujetos de derechos, acreedores de la misma dignidad y respeto que cualquier otro ser humano. No son propiedad de nadie y tienen los mismos derechos como todos los miembros de la familia, a ser tratados sin golpes, sin castigos ni humillaciones.

Por lo tanto, ninguna madre, padre o cuidador tiene derecho a pegarles a sus hijos pero si lo hace, está incurriendo en una violación a la ley.

Recuerda que el castigo físico está incluido en la legislación colombiana, a través del Código de Infancia y Adolescencia el cual señala que las niñas, niños y adolescentes deben ser protegidos de todas las formas de violencia, incluido el castigo corporal.

Algunas religiones permiten el castigo físico

Ninguna acción que afecte la integridad física y la dignidad de los niños, niñas y adolescentes puede ser legitimada en nombre de la religión.

De hecho, el Comité de Derechos del Niño señala que, si bien hay quienes aducen a interpretaciones de textos religiosos que no solo justifican el uso del castigo corporal sino que lo consideran un deber, se ha establecido que la práctica de una religión o creencia debe ser compatible con el respeto a la dignidad humana y a la integridad física de los demás.