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Mayo 25, 2021

¿Cómo afrontar el acoso escolar?

¿Cómo afrontar el acoso escolar?
El acoso escolar o bullying genera sufrimiento, impotencia y exclusión. Por ello, a continuación, compartimos algunas ideas de cómo identificarlo, qué factores de riesgo están asociados, qué podemos hacer desde la familia, y algunas recomendaciones para manejarlo desde las instituciones educativas.
¿Cómo afrontar el acoso escolar?
Se entiende por acoso escolar la exposición a acciones negativas, intencionadas y hostiles, por parte de uno o más estudiantes, frente a las cuales la víctima no encuentra la forma de defenderse. Situación en la que los espectadores, ante quienes el acosador quiere mostrar su poder, pocas veces intervienen, bien sea porque se sienten intimidados o temerosos o porque aprueban estos comportamientos dado que provienen de alguien que creen que es más fuerte o influyente.

Son diversas las situaciones que generan el acoso escolar; puede ser por burlas frente a aspectos como la orientación sexual, apariencia física, etnia, procedencia, credo religioso, entre otras.

¿Cómo identificarlo?

Es importante tener en cuenta los cambios en las rutinas y comportamientos de la niña, niño o adolescente tales como desinterés, fobia escolar, angustia, trastornos de apetito y de sueño, sensación de indefensión, bajo rendimiento escolar, retraimiento, entre otras. Muy pocas veces se comunican abiertamente cuando viven la experiencia del acoso, por temor a las represalias de los compañeros o porque pueden ser considerados como «cobardes» ya que no se «saben defender solos» o son «quejetas»; otros pensarán que se lo merecen pues les han hecho creer que son inferiores o vulnerables.

En cuanto a las características personales del agresor se destacan la impulsividad, el egocentrismo, la ausencia de empatía y baja tolerancia a la frustración, las cuales hacen que actúe, de forma intencionada, con su comportamiento de intimidación y provocación.

Algunos factores de riesgo

Existen factores que acentúan o favorecen las condiciones para que surja el acoso escolar; a continuación, describimos algunos:
  • Escuelas con estructuras jerárquicas, sin posibilidad de participación de la comunidad educativa o con un sistema disciplinario muy rígido o muy laxo, que posibilitan el surgimiento de situaciones violentas y de acoso.
  • Prácticas sobreprotectoras de crianza que dificultan el desarrollo de las habilidades sociales que permiten la autonomía y la capacidad de hacer frente a las situaciones adversas.
  • Entornos familiares con antecedentes de violencia, en los que se pueden ignorar y desatender las necesidades, o con estilos de comunicación hostiles y marcados por mensajes negativos que reducen la autoestima.
¿Qué podemos hacer desde la familia?

A la hora de abordar las situaciones de acoso es importante considerar las relaciones al interior de la familia, pues ellas inciden en la formación de los seres humanos y son el espacio donde se viven las normas, las creencias, los acuerdos, las tensiones y las pautas de cómo resolver los conflictos.

En tal sentido, debemos revisar nuestras actitudes, prejuicios y comportamientos frente a la manera en la que asumimos la diferencia, ya que a través de ellos estamos transmitiendo un mensaje a nuestros hijos e hijas; por ejemplo, al considerar que todas las personas que tienen tatuajes son delincuentes, que la homosexualidad es una enfermedad o que las personas que practican una religión particular son fanáticos. Por consiguiente, si la diferencia se concibe desde el miedo, como una amenaza, un problema o algo indeseable, se crean las condiciones para la violencia, la exclusión y la desigualdad.

Por el contrario, si la diferencia se concibe como riqueza, oportunidad para conocer y aprender, integrar, valorar o considerar alternativas que no habíamos contemplado, se constituye en un valor que puede estar presente en cualquier tipo de relación, sea laboral afectiva, comercial, etc.
Por ello, es vital convivir en el respeto y la tolerancia, entendiendo que la diferencia y la diversidad forman parte de la vida y que es válido el disenso, la oposición, la libertad para manifestarse y opinar, sin que esto signifique atentar contra la dignidad del otro.

Adicional a ello, la tecnología y la virtualidad en la educación, así como las nuevas dinámicas generadas por la pandemia, han hecho que los tiempos de conectividad en las pantallas sean mayores, por tanto, la interacción con otros se ha visto privilegiada a través de este medio. Por eso, en ocasiones, el acoso surge en el entorno virtual como las redes sociales, cadenas de mensajes, fotografías, montajes, entre otras. Por ello, es necesario acompañar de cerca a hijas e hijos y regular su tiempo de permanencia en los dispositivos electrónicos, mostrarse atentos y sensibles para conocer los temas de interés y dificultades que allí se presentan y, sobre todo, fortalecer la confianza para que puedan manifestar cualquier situación que les incomode o les afecte.

Si lo vemos desde la escuela

Quienes hacen parte de la comunidad educativa tienen la posibilidad de hacer que la convivencia sea una práctica diaria, de modo que podrían aprovechar situaciones cotidianas para hacer de ellas un momento pedagógico. Es decir, pueden motivar el análisis y la reflexión sobre acontecimientos que desencadenaron el acoso, promover espacios de participación en los cuales se revisen sus propias actitudes, comportamientos y acciones, reconstruir la historia y pensar qué hubieran hecho diferente, cómo creen que se pudieron sentir los implicados, qué esperan de los maestros, de qué manera creen que pueden contribuir a la convivencia en su colegio. Esto les permitirá reconocer las acciones que pueden violentar al otro y aquellas que inciden en el bienestar general.

Así mismo, cuando se habla de participación se considera también la posibilidad que tienen las familias de interactuar de forma cercana, amplia y colaborativa con la institución educativa, bajo una comunicación fluida que les permita solicitar información, tener encuentros con docentes y directivos y asociarse para que puedan representar los intereses de las familias. En tal sentido, las familias se constituyen en un aliado clave en el proceso educativo y en el desarrollo integral de los estudiantes.

Otro aspecto a destacar, para que pueda crearse un clima de cercanía y confianza entre la familia y la escuela, es que esta última esté dispuesta al diálogo y concertación de objetivos comunes ya que en ocasiones se percibe que la familia quiere supervisar u obstruir su trabajo. Actualmente, existen iniciativas formales para avanzar en este sentido como la Ley 2025 de 2020, por medio de la cual se establecen los lineamientos para la implementación de la escuela para padres y madres de familia y cuidadores.

Para concluir, es fundamental que tengamos en cuenta que frente al acoso escolar debemos actuar de manera simultánea todos los involucrados, para favorecer la convivencia y, ante todo, eliminar cualquier forma de exclusión, intolerancia o prejuicio que genere violencia o acoso escolar. Entre todos podemos construir una mejor versión de nosotros mismos y de nuestra sociedad.