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Madre sustituta se reencuentra 30 años después con el niño que cuidó cuando era un bebé

Cartagena
Sábado 15 de Diciembre de 2018 - 07:32 PM
Bolívar

Mientras los medios de comunicación contaban la historia de un bebé de apenas 4 días de nacido, y quien fue abandonado en un basurero de Cartagena, en otro lugar de la ciudad se reencontraban un joven -que al inicio de su vida contó con la misma desafortunada suerte- y la madre sustituta que le dio por primera vez el amor que otros pusieron en riesgo.

Johan Pedro Claver Oskarsson tenía poco más de un año cuando salió de Cartagena rumbo a Suecia, con una nueva familia que estaba dispuesta a cambiar su vida, tras haber sido dejado abandonado en una iglesia cuando también tenía 4 días de nacido.

Antes de comenzar una vida lejos de la tierra caribeña en la que nació, hubo una mujer que lo dio todo por él. Incluso, le dio el nombre colombiano con el que fue registrado cuando entró al sistema de Protección del ICBF hace 30 años: Pedro Claver.

Se trata de Rosario Contreras*, la madre sustituta que lo acogió en su hogar y en su corazón. Cuando le preguntaron sobre el nombre que se le pondría al niño, no lo pensó dos veces antes de responder que sería Pedro Claver. “Me lo entregaron el 9 de septiembre de 1987, día de este santo defensor de los Derechos Humanos y pensé que era el nombre más apropiado para él”, recuerda Rosario con nostalgia.

Hoy está convencida de que su decisión fue la mejor al tener la oportunidad de reencontrarse con ese niño moreno, feliz y bailador, que por poco más de un año tuvo en su hogar sustituto y que hoy es un hombre hecho y derecho, que en febrero del próximo año será padre y que es pedagogo para niños con necesidades especiales en Estocolmo (Suecia), donde vive.

“Esas ganas de trabajar por los niños y las niñas se la pasé yo en el tiempo que lo tuve bajo mi cuidado. No hay nada mejor que trabajar por la niñez desamparada”, dice la madre sustituta, sin soltar por un instante la mano del hombre que cuidó de pequeño, pero que ella nunca olvidó.

El recuerdo y el sentimiento son mutuos, Pedro no tiene recuerdos de Cartagena, ni de los días que vivió en el hogar de Rosario, asegura que desde que tiene memoria tuvo en su mente la idea de tener que reencontrarse con ella y darle un enorme abrazo, en agradecimiento por salvarle la vida. El nombre de su madre sustituta y el nombre de su ciudad de origen eran los únicos datos con los que contaba para buscarla tres décadas después.

El pasado viernes 30 de noviembre de 2018 el deseo que por años cultivó se hizo realidad, mientras que para Rosario fue el más inesperado regalo de Navidad, que asegura, le llegó por adelantado. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Una de las 3 hijas biológicas de Rosario recibió la llamada de una colaboradora de la Regional Bolívar del ICBF, informando de la visita de Pedro Claver a Cartagena y de sus intenciones de ver nuevamente a su madre sustituta. Poco tuvieron que hacer para convencer a la mujer, quien en mitad de la mañana de ese día ya estaba instalada en la oficina del Director Regional, acompañada de una de sus hijas, esperando con ansias el encuentro con su

hijo mientras recordaba momentos de su vida sirviendo por más de 40 años al cuidado y la protección de niños, niñas y adolescentes en Cartagena.

“Por mi hogar han pasado alrededor de 70 niños. Además de Pedro, recuerdo mucho a Kelly, que fue adoptada aquí en Colombia y que ya tiene hijos y aún me visita, también recuerdo a Gustavo Adolfo, a Sergio y aún tengo bajo mi protección a Víctor. Él se quedó conmigo para siempre y se convirtió en un hijo más que me enorgullece porque, aunque es sordo, estudió en el SENA y hoy trabaja en el restaurante de un hotel en Cartagena”, cuenta la madre sustituta.

En medio del compartir de esos recuerdos, cerca del mediodía de ese viernes llegó el momento del encuentro entre Pedro Claver y su madre sustituta.

A la oficina del Director Regional del ICBF entró un joven alto, moreno que – aunque apenas si saber decir “sí” en español – tenía toda la fisionomía de un cartagenero. Atrás quedaron los temores de la hija de Rosario sobre la reacción de su mamá y el peligro por su presión arterial, ese era el momento del encuentro, del abrazo, de las lágrimas y de la felicidad.

Y así fue. El idioma no fue una barrera. Rosario le hablaba en español y Pedro le respondía con una sonrisa y otro abrazo a esa madre que apenas si le llegaba al pecho por su pequeña estatura, pero que estaba ahí para conocer y recordar.

“Está bonito”, fue lo primero que dijo la mujer al tener en frente al hombre que cuidó del pequeño. Quienes estaban en el lugar no pudieron evitar sonreír, incluso Pedro (aunque no hubiera entendido).

Pero los abrazos también fueron para el padre adoptivo, quien al llegar a Suecia – junto con la madre del joven – lo renombraron Johan, manteniendo los nombres colombianos. “¿Me lo quiere mucho?”, le preguntó Rosario, quien recibió una respuesta positiva del hombre con la ayuda de la traductora que estaba en el lugar.

En medio del encuentro, la madre sustituta compartió con su hijo fotos de él en su casa, rodeado de esos otros niños que – como él – encontraron en ella a esa mamá que la vida les negó por un momento. Pedro dice no recordar que bailaba al son de la champeta de Anne Swing en la casa de Rosario, pero cree las palabras de su madre cuando esta le dice que eso lo tiene en la sangre y que con unos días más en Cartagena, ya estaría bailando al son de ese ritmo africano.

A los 4 años Pedro comenzó a preguntar sobre su origen a sus padres suecos. La diferencia en el color de su piel con la de ellos fue el principal delator de que algo no era como en las otras familias y, al conocer la verdad, se impuso la meta de regresar a Cartagena y conocer a la mujer y la Institución que le salvaron la vida.

“Es muy emocionante estar aquí, toda mi vida quise conocerla, desde que me contaron sobre ella. Lo único que teníamos para comenzar a buscar era su nombre, ni siquiera sabíamos si podía estar aún con vida. El trabajo que ella y todas las madres sustitutas hacen es maravilloso”, dijo Pedro, aún de la mano de su madre sustituta, feliz al saber que su anhelo ya era una realidad.

Lo ocurrido en sus primeros días no le permiten siquiera tener la ilusión de conocer a quienes le dieron la vida, pero para Pedro era más que suficiente estar en el mismo lugar que la mujer que le dio amor, cuidado, un hogar y que, 30 años después, aún lo recibe con el mismo cariño y se preocupa incluso por saber cómo se hizo la cicatriz en su brazo y si es feliz tan lejos de su ciudad natal.

Rosario cuenta que al escuchar la triste noticia del bebé abandonado en el mercado de Bazurto pensó inmediatamente en Pedro Claver y la forma como llegó a su hogar hace 30 años. Dice que no juzga a quien haya cometido tan atroz acto, pero agradece que aún existan mujeres como ella – madres sustitutas- dispuestas a salvar vidas de niños y niñas desprotegidos.
*Nombre cambiado para protección de la madre sustituta.

 

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