El convenio, que inició el 26 de julio, ofreció espacios de formación artística no formal inspirados en la tradición y filosofía japonesas, con el propósito de fortalecer el crecimiento personal, emocional y cultural de los participantes.
Durante las sesiones, los adolescentes exploraron técnicas ancestrales como el Shodo (caligrafía tradicional), el Sumi-e (paisajismo zen en tinta) y el Suminagashi (marmoleado líquido), integrando el principio del Mono no Aware, que invita al respeto por lo efímero y a la sensibilidad hacia lo transitorio de la vida. A través de estas prácticas, aprendieron que cada trazo y cada forma, lejos de la perfección, es una expresión de su ser y una oportunidad para transformar la adversidad en creación.
Este proyecto se convirtió en un puente cultural y en un espejo para el autodescubrimiento, promoviendo valores como la paciencia, la disciplina, la sensibilidad y la serenidad frente a los retos de la vida. En cada ejercicio artístico, los adolescentes pudieron reconocer que el error no es un límite, sino una posibilidad creadora que fortalece la resiliencia y la construcción de identidad.
La jornada de cierre estuvo marcada por la certificación de los participantes, entregada por la directora de la Fundación, Estefanía Ruiz, como reconocimiento al compromiso y esfuerzo de los jóvenes en este proceso formativo.
La directora regional encargada, Íngrid Cubides Puentes, señaló: «En el Bienestar Familiar trabajamos por abrir caminos de transformación y nuevas oportunidades para los adolescentes y jóvenes del SRPA. Este proceso, acompañado desde el arte y la cultura, demuestra que es posible construir segundas oportunidades que fortalezcan sus proyectos de vida y su inclusión en la sociedad».