La estrategia contempla tres líneas de acción: formación de formadores en prácticas restaurativas dirigida a defensores de familia, operadores pedagógicos y adolescentes con capacidad de réplica; la construcción de una caja de herramientas pedagógicas, que recoge experiencias de los territorios; y el diseño de iniciativas restaurativas comunitarias, orientadas a la reparación colectiva y la vinculación social.
Para muchos adolescentes, estas acciones significan la oportunidad de empezar de nuevo. «Yo pensé que después de mi error no iba a tener otra opción, pero acá aprendí que sí se puede cambiar y que la comunidad también puede creer en nosotros», relató uno de los jóvenes participantes del proceso. Su testimonio refleja el impacto humano y social de estas iniciativas que no solo buscan reparar, sino también reconstruir confianza y ofrecer alternativas de vida.
Con estas apuestas, el Bienestar Familiar y la UNODC ratifican su compromiso de dejar capacidad instalada en el territorio, promover escenarios de reconciliación y abrir oportunidades de inclusión. Santander es una de las cuatro regionales priorizadas en el país, junto con Chocó, Nariño y Huila, lo que reafirma la voluntad interinstitucional de tejer segundas oportunidades para la juventud colombiana.
(Fin zbg/do/om)