Volver a empezar con lo puesto: crónica de un nuevo comienzo

Honda
Dialenis Abril tiene 27 años, dos hijos y una historia marcada por el desplazamiento forzado. Hasta hace poco, vivía en La Trinidad, Catatumbo, donde tenía su casa y una finca de cacao y coca en la que trabajaban más de 20 personas. Estaba a punto de terminar la construcción de su vivienda cuando el conflicto armado tocó su puerta.
 
El 16 de enero es la fecha que quedó grabada como una tragedia en su memoria. «Fueron las dos noches más horribles», recuerda. Sin dormir, sin comer, temiendo por la vida de su papá y su hermano. «Mi hermano me dijo: “Póngase zapatos, un jean y un saco, porque lo más probable es que nos saquen amarrados”. Ver a mi mamá llorar y que nos dijeran que nos fuéramos como si la casa no fuera nuestra, fue desgarrador». Lo dejaron todo, solo con lo que llevaban puesto y dos mudas de ropa.

Desde entonces han pasado por Cúcuta, Puerto Boyacá, Bogotá y finalmente llegaron a Honda, en el Tolima, el 2 de julio. Allí intentan reconstruir su vida. «Es muy difícil empezar desde cero. Tenía todo allá. Ahora mi hijo mayor no ha podido volver al colegio y eso le ha afectado bastante».

El conflicto también fracturó vínculos familiares. La familia paterna de su hijo mayor pertenece a un grupo armado, lo que los obligó a cortar todo contacto. «Él le dijo a su papá que lo quería, pero que se había metido con lo que más ama: su nono. Desde entonces no quiere saber nada de él. Yo tenía miedo de que intentara quitármelo, y mi hermano me dijo que solo lo lograría si nos mataba a los dos».

A pesar de todo, Dialenis no deja de soñar. Quiere volver a construir su casa, que sus hijos estudien, que su vida vuelva a la normalidad. «Vivo con el miedo de tener que volver a desplazarnos, pero aquí sentimos que podemos empezar de nuevo. La comunidad ha sido muy amable».

Desde que llegó a Honda, el Bienestar Familiar ha estado presente. «Nos han acompañado desde el primer momento. Recogieron nuestros datos, nos escucharon, hicieron actividades con los niños, pintamos un mural, nos trajeron ayudas humanitarias. De Bienestar Familiar no tengo nada malo que decir, solo nos han ayudado».

Como Dialenis, decenas de familias del Catatumbo buscan un nuevo comienzo. Y con todas ellas, el Bienestar Familiar reafirma su compromiso de caminar a su lado, garantizando el restablecimiento de sus derechos desde una atención integral, oportuna y con enfoque diferencial.
 
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