6 - 12 años
Ocho pasos para corregir un mal comportamiento sin maltrato ni violencia
La autoridad sí se puede y se debe ejercer positivamente, sin abuso y sin vulnerar la dignidad de niñas, niños y adolescentes. Te contamos cómo lograrlo.
| Cuando se trata de educar a niñas, niños y adolescentes, muchas madres, padres y cuidadores enfrentan un dilema emocional. Por un lado, están aquellos que temen corregir a sus hijos porque creen que si lo hacen van a perder confianza y su cariño y los van a comenzar a ver como figuras “gruñonas” y por otro, están quienes erróneamente creen que, si abordan a los niños sin mostrarse enfadados, impositivos o, incluso, agresivos, terminarán perdiendo el control y la autoridad. Lo cierto es que ni la permisividad, ni el autoritarismo, ni el maltrato físico o psicológico funcionan a la hora de reorientar positivamente los comportamientos de niñas, niños y adolescentes. De una parte, la permisividad o la tolerancia excesiva ante los comportamientos hace que niñas, niños y adolescentes crezcan sin aprender a regular sus impulsos y sus emociones. La falta de normas y límites claros les da inseguridad, les provoca ansiedad y confusión. Por otro lado, con relación al castigo, diversas investigaciones científicas y estudios psicológicos han demostrado que, en lugar de mejorar las conductas, las niñas, niños y adolescentes que son maltratados, ya sea física o verbalmente, presentan dificultades en su desarrollo cognitivo y socioafectivo, así como mayores problemas para gestionar sus emociones que van desde la pérdida de autoestima, la inseguridad y el retraimiento, hasta la agresividad y la adopción de conductas desafiantes o indeseables. ![]() También te puede interesar: Tres razones para nunca utilizar el castigo físico, de acuerdo con la ciencia. “Cuando utilizamos el grito, la humillación, la descalificación, el pellizco, la palmada o el jalón de orejas, le estamos enseñando a las niñas, niños y adolescentes que la violencia es un medio para resolver los conflictos y lograr lo que queremos – explica Liliana Orjuela López, psicóloga clínica, máster en Derechos de la Infancia y referente técnica de prevención de violencia intrafamiliar del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) -. Por lo tanto, un niño que es maltratado tiende a actuar de forma más impulsiva y gobernada por sus emociones siendo esta una reacción de su cerebro como mecanismo de defensa ante la amenaza de ser golpeado”, explica la experta.
Entonces, ¿es posible corregir el comportamiento de un niño o de un adolescente sin llegar al maltrato? La respuesta de los expertos en crianza positiva es contundente: no solo es posible sino mucho más sano y más efectivo. “La autoridad sí se puede y se debe ejercer positivamente, sin abuso, sin violencia y sin vulnerar su dignidad”, afirma Orjuela. ¿Cómo? “La clave está en ser firmes, amables y respetuosos al mismo tiempo. Tenemos que ganarnos la cooperación de los niños en lugar intentar ganarles una lucha de poder”, sostiene Leydi Verania García Gil, especialista en neuropsicología, entrenadora en disciplina positiva y presidenta de la Asociación de Disciplina Positiva Colombia. De acuerdo con los especialistas consultados existen estrategias o alternativas respetuosas ante un mal comportamiento que como madre, padre o cuidador puedes aplicar a diario en tu hogar. De esta manera, fortalecerás los vínculos afectivos con las niñas, niños y adolescentes y les permitirás lograr aprendizajes significativos para sus vidas. Paso a paso para actuar ante un mal comportamiento 1.Regula tus emociones Antes de abordar a un niño o a un adolescente para corregir una conducta reflexiona sobre la emoción que te produce ese comportamiento ¿rabia?, ¿frustración?, ¿impotencia? Si ese sentimiento te desborda lo mejor será respirar profundo y esperar a que la calma retorne a ti. “Es importante que al momento de corregir estemos tranquilos ya que de esta manera podremos sostener una comunicación respetuosa en donde todos estemos dispuestos a escucharnos, respetarnos y comprender lo que está ocurriendo”, aconseja Gigi Núñez, conferencista certificada de disciplina positiva por la Asociación de Disciplina Positiva de Estados Unidos. Adicionalmente, la especialista del ICBF, Liliana Orjuela, señala que los adultos deben tener claro que su comportamiento va a generar una emoción en los niños. Por ende, “si queremos que los niños y adolescentes estén tranquilos y reflexivos al momento de hablar sobre una conducta indebida, debemos empezar por asumir una conducta en esa misma vía. En cambio, si estamos furiosos vamos a hacer que ellos se pongan a la defensiva o se concentren en el miedo o el resentimiento que esa actitud le produce”, explica la experta. 2. No te lo tomes como algo personal En la mayoría de las ocasiones las niñas, niños y adolescentes que tienen comportamientos inadecuados no pretenden molestar al adulto, sino que lo hacen porque no tiene otros recursos emocionales en ese momento, no han aprendido a regular sus impulsos o, simplemente adoptan una mala conducta como una forma de comunicación frente a una situación que los hace sentir mal. 3. Crea un ambiente de respeto mutuo Para educar no hay necesidad alguna de hacer sentir mal al otro. La clave en el establecimiento de normas siendo firmes y, a la vez, amorosos. Por lo tanto, la doctora Leydi García recomienda hablar con los niños sobre los comportamientos inadecuados en privado, sin humillarlos, ni hacerlos sentir mal. 4. Crea una conexión emocional y empática Es importante que trates de comprender qué puede estar causando una determinada conducta en la niña, el niño o el adolescente ¿Tendrá hambre, cansancio o sueño? ¿Estará nervioso o estresado por algo? Se trata de ponerte en los zapatos de tu hijo para detectar la necesidad que está detrás de ese comportamiento, es decir, intentar ir al fondo del asunto hasta descubrir qué fue lo que lo motivó a actuar de esa manera. “En lugar de preguntarle a tu hijo ¿por qué hiciste eso? es mejor decirle ¿qué estabas sintiendo que te hizo comportarte así? o ¿cómo te sentías en ese momento? Cuando los niños están alterados es importante conectar con ellos , ya que cuando se sienten comprendidos o escuchados se sienten mejor y se portan mejor”, aconseja Liliana Orjuela, del ICBF. 5. Descifra la creencia equivocada que está detrás del mal comportamiento El paso anterior te permitirá identificar si, quizá, existe una creencia detrás de ese mal comportamiento. “Muchas veces, este tipo de conductas están basados en la necesidad fundamental que tienen los niños de pertenecer y de sentir que son importantes y significativos”, advierte, María Alejandra Betancur Ortiz, licenciada en educación infantil, magíster en neuropsicología y entrenadora para padres y maestros en disciplina positiva. A propósito, la doctora Gigi Núñez, señala que, de acuerdo con los principios del psiquiatra y educador austriaco, Rudolf Dreikurs, existen cuatro metas equivocadas que los niños y adolescentes pueden perseguir con una mala conducta: Atención indebida: “Pertenezco cuando te mantengo ocupado o cuando soy el centro de atención”. Poder mal orientado: “Pertenezco cuando tengo el control, nadie me manda”. Venganza: “Me siento herido, pertenezco cuando los demás sienten mi dolor”. Ineptitud asumida: “No pertenezco, por lo tanto, convenzo a los demás que no esperen nada de mí”. Por lo tanto, si alguna de las anteriores es la razón de un comportamiento, “se debe brindar el apoyo y las soluciones que respondan a aquello que está causando malestar o dificultad en el menor de edad”, recomienda Núñez. 6. Dirígete a la conducta sin tocar el ser Céntrate en la conducta y evita a toda costa etiquetar, generalizar y humillar. Esto ayuda a crear un entorno de respeto mutuo. Por ejemplo, en lugar de decirle a tu hijo “¿es que eres tonto? ¿será que nunca aprenderás que no se juega con la pelota dentro de la casa?” dirígete a la conducta “Dentro de la casa no se juega con la pelota, sé que aprenderás de esta situación, recuérdame ¿cuáles son los lugares en donde puedes jugar?”. Así mismo, en lugar de decirle a un niño que es un grosero, podemos decirle “ese comportamiento no es aceptable. Vamos a mejorarlo”. 6. Ayúdale al niño, niña o adolescente a reflexionar sobre sus actos y anímalo a proponer soluciones Hazles preguntas de curiosidad que lo lleven a comprender cuáles son los efectos y las consecuencias de sus decisiones. Pregúntale, por ejemplo, ¿por qué crees que lo que hiciste estuvo mal?, ¿cómo crees se sintió esa persona? (en caso de que haya ofendido o maltratado a alguien) y ¿cómo crees que puedes reparar el daño que causaste?, ¿Qué podemos hacer al respecto? Si el niño, niña o adolescente cuenta con normas claras y conoce anticipadamente las consecuencias de infringirlas, lo más probable es que sepa cómo debe aportar para resolver la situación. En este sentido, hay que recordarles que ya se había llegado a un acuerdo y en caso de que no lo hubiera es esencial explicarle por qué su comportamiento estuvo mal y acordar conjuntamente una norma. No dejes de leer: ¿Cómo establecer normas y límites eficaces? Siete características que deben cumplir para que los niños las acepten. 7. Cuida tus palabras Por ningún motivo utilices expresiones como te “portaste mal, ya no te quiero”, “me decepcionas", "no te quiero ver ahorita", “no quiero hablar contigo” o “estoy harto de tu comportamiento”. Estas frases generan en los niños y adolescentes el miedo de no ser amados, promueven sentimientos de abandono y deterioran su autoestima y su seguridad. 8. Usa consecuencias educativas en lugar de castigos ![]() “Los niños deben aprender a pedir disculpas y a reparar. Deben tener un acto bondadoso con el otro si es que lo hirieron o lo hicieron sentir mal con su comportamiento”, advierte Liliana Orjuela, del ICBF. Por ende, las consecuencias deben ser coherentes con el comportamiento, razonables, y acordes con la edad. “Por ejemplo, si el niño rompió una porcelana o un jarrón ¿qué tiene que ver dejarlo sin ver televisión toda la tarde? Esto no le permite reparar. Lo correcto sería que, con la supervisión de un adulto, ayude a limpiar el desorden creado y que luego genere una acción restaurativa, como ahorrar una parte de su mesada, para ayudar a comprar uno nuevo”, explica la experta. |




