Diciembre 26, 2019
Cambios en el comportamiento: una señal de alerta
Las alteraciones significativas en los hábitos, rutinas e intereses de los niños y adolescentes pueden estar relacionadas con dificultades o situaciones de riesgo.
Prestar atención a los cambios significativos o drásticos en las conductas y actitudes de niñas, niños y adolescentes es fundamental durante el proceso de crianza. Esto les permite a las madres, padres y cuidadores identificar, de manera temprana, no solo cualquier problema o dificultad que estén atravesando y que requiera acompañamiento, sino también alguna situación de riesgo o vulneración de derechos que necesite intervención a tiempo. Los cambios en los comportamientos de las niñas, niños y adolescentes pueden estar vinculados con su etapa de crecimiento y desarrollo socioemocional. Estos cambios se relacionan directamente con las transiciones que experimentan a lo largo de su ciclo vital en el tránsito por la primera infancia, la pubertad y, luego, por la adolescencia generan transformaciones significativas es sus necesidades, actitudes, intereses, gustos, expectativas y búsquedas de identidad. En este proceso, las niñas, niños y adolescentes asumen actitudes que les permiten enfrentarse a los desafíos que les plantea la cotidianidad en el reconocimiento de sus capacidades para afrontar una determinada situación. Estas actitudes pueden ser positivas o negativas y están estrechamente vinculadas a la personalidad de cada individuo. Algunas niñas, niños y adolescentes afrontan los cambios sin dificultades. Para otros, en cambio, la adaptación es más compleja, generándoles miedo, estrés, ansiedad e incluso depresión. Es en este escenario donde los adultos deben estar más atentos. Cambios en los comportamientos de niñas, niños y adolescentes para tener en cuenta Las madres, padres y cuidadores deben prestar especial atención cuando un niño, niña o adolescente manifieste comportamientos como los siguientes:
El hogar no es el único espacio donde la niña, el niño o el adolescente se desenvuelve, por lo que es necesario verificar los cambios abruptos que pueda tener en otros entornos familiares, como el colegio o el barrio. En este punto, hay que estar alerta a cambios de actitud frente a un familiar en particular, a cambios de amistades o modificaciones significativas en sus rutinas diarias como, por ejemplo, la pérdida de interés en asistir al colegio o retrasos más allá de lo usual en su horario de llegada a casa después de clase o de alguna actividad extracurricular. En conclusión, cualquier actitud o comportamiento que no sea usual o que no corresponda con lo que se considera el comportamiento habitual, debe concentrar la atención de padres, madres y cuidadores con el objetivo de indagar qué sucede y de qué forma se puede actuar. |
¿Qué hacer? La clave para actuar de manera oportuna es no pasar por alto ninguna de estas señales de alerta. Si como madre, padre o cuidador identificas algún cambio de comportamiento o de actitud en tu niña, niño o adolescente, lo primero que debes hacer es iniciar un acercamiento a tu hija o hijo, a través del diálogo respetuoso, amoroso y basado en la confianza sin críticas, señalamientos o juicios. Recuerda que confrontar un problema no significa atacar. Por el contrario, lo que se busca es identificar cuáles son sus posibles causas. Para acercarte a tu niña, niño o adolescente y ‘romper el hielo’, algunos psicólogos recomiendan iniciar la conversación mostrando interés en alguna actividad que el menor de edad esté desarrollando. Preguntar por un programa de televisión, videojuego o deporte puede ser la excusa perfecta para entablar una conversación. Otra estrategia válida consiste en expresar tus propias emociones o sentimientos para crear una empatía mutua. Por ejemplo, si has notado que el niño o adolescente está triste o preocupado por algo, puedes empezar la conversación contándole algo que a ti también te genera una emoción similar y pidiéndole un consejo a través de expresiones como: “¿Sabes?, estoy preocupado porque me pasó esto en el trabajo o con un amigo”. “¿Tú qué harías en mi lugar?”. En ocasiones, descubrir que sus padres y cuidadores también tienen problemas y buscan ayuda en otros, los anima a contar sus propias angustias. Una vez inicies la conversación el menor de edad, aplica una escucha activa. Esto implica prestar atención a lo que la otra persona está comunicando. A veces, las niñas, niños y adolescentes solo necesitan que alguien los escuche y los entienda. Este simple hecho de escuchar puede ser de vital importancia. Cuando logres detectar la razón que está motivando el cambio podrás determinar el paso a seguir de acuerdo con el nivel de gravedad que revista la situación. Así, si la niña, niño o adolescente está triste o preocupado por algún problema particular que está viviendo con sus amigos o en su entorno escolar, puedes mediar, ayudándole a encontrar soluciones o solicitando apoyo del trabajador social o del psicólogo del colegio. |
En cambio, si consideras que la situación es mucho más compleja, deberás acudir a profesionales de la salud. Lo importante, es que el niño o adolescente sienta que cuenta con tu apoyo, comprensión y amor sin importar el problema que esté enfrentando. Ese respaldo lo hará sentirse seguro y amado. |