Gestación
Violencia obstétrica, ¿cómo identificarla y qué hacer si eres víctima?
Las madres gestantes pueden llegar a ser víctimas de prácticas y actitudes por parte del personal médico que afectan su salud física, psicológica y emocional.
En 2016, un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Industrial de Santander, en el que participaron mujeres que relataron las experiencias que vivieron en la atención de sus partos, reveló que la gran mayoría de ellas no solo había sido víctima de violencia obstétrica, sino que las agresiones que sufrieron pasaron desapercibidas o fueron naturalizadas por ellas a pesar de que esto las hizo sentir incómodas, inconformes e insatisfechas durante su trabajo de parto.
 
El informe puso de manifiesto que, en ocasiones, las madres gestantes desconocen sus derechos, no saben cómo identificar las agresiones y no están empoderadas para tomar medidas al respecto. 
Por eso, es esencial que las mujeres en estado de embarazo conozcan qué es la violencia obstétrica, cómo se manifiesta, y lo más importante: cómo denunciarla.
 
Para empezar, las gestantes y su núcleo familiar deben saber que, según lo establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), “todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud durante el embarazo y el parto, lo que incluye el derecho a una atención digna, respetuosa, competente y comprensiva”.
 
Por su parte, en Colombia, el Ministerio de Salud y Protección Social afirma que todas y cada una de las madres gestantes tienen los siguientes derechos en el sistema de salud:
 
  • A ser tratada con respeto, de manera individual y protegiendo su derecho a la intimidad y confidencialidad.
  • A ser considerada, en su situación de alumbramiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto.
  • A recibir atención integral, adecuada, oportuna y eficiente, de conformidad con sus costumbres, valores y creencias.
  • A recibir asistencia psicosocial cuando así lo requiera.
  • A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y, en general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los profesionales.
  • A estar acompañada por un familiar o una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y postparto.
  • A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de cuidados especiales.
  • A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la lactancia materna y recibir apoyo para amamantar.
  • A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del niño o niña.
  • A recibir información después del embarazo sobre los diferentes métodos anticonceptivos que estén acordes a su condición clínica.
  • A recibir, según el caso y de acuerdo con las posibilidades de existencia del recurso, analgesia o anestesia obstétrica adecuadamente aplicada por un médico especialista anestesiólogo para buscar una maternidad segura, feliz, no traumática ni para la madre ni para el recién nacido.
 
Sin embargo, estos derechos se vulneran cuando las embarazadas son víctimas de prácticas, comportamientos y actitudes (por acción u omisión) que ocurren en el ambiente hospitalario y que afectan su salud física, psicológica y emocional y que son considerados como violencia obstétrica.
 
Modalidades de la violencia obstétrica
De acuerdo con Hellen Maldonado Pinzón, asistente técnica de la Dirección de Primera Infancia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), es necesario empezar a reconocer cuáles son las situaciones que vulneran a las mujeres gestantes. Algunas de las modalidades de violencia obstétrica que se pueden presentar son:
 
  • Desarrollo de controles rápidos, poco humanizados. Para Maldonado, la violencia obstétrica inicia cuando los profesionales de salud a cargo de llevar los controles de las madres no resuelven todas sus dudas, ignoran sus temores, no escuchan a la paciente, no le explican los cambios que está afrontando y simplemente, se dedican a desarrollar una consulta médica de manera rápida y mecánica, donde solo se registran datos cuantitativos como peso, frecuencia cardíaca, presión arterial, etc.  
Contenido Complementario
  • Omisión por parte del personal de salud del consentimiento informado. Las madres gestantes deben estar plenamente informadas de todos los procedimientos clínicos que les realicen, incluso, para aquellos que, desde el punto de vista médico, sean rutinarios. Cuando el personal médico no cumple este requisito, vulnera el derecho de las madres a tomar decisiones informadas sobre su gestación y parto.
  • Oposición al ingreso de un acompañante al trabajo de parto.  Salvo que las condiciones de salud o de seguridad de la madre lo imposibiliten, impedir el ingreso de la pareja, de un familiar o del acompañante que ella elija como soporte emocional en el proceso de parto, también constituye una forma de agresión.
 
  • Maltrato verbal y/o psicológico ante las manifestaciones de dolor de la madre durante el trabajo de parto. Frases como “deje de quejarse”, “no haga tanto escándalo”, “no sea floja”, “no grite”, etc.  demuestran insensibilidad ante el dolor por parte del personal médico y tienden a reprimir la libre expresión de los sentimientos de la madre.  Así mismo, expresiones que buscan generar sentimientos de culpa como “¡usted no ayuda! - ¡puje!”; “deje de quejarse y empiece a pujar, que así su hijo no va a nacer” o “si el bebé no nace es porque usted no colabora”, también son agresiones verbales y psicológicas que afectan la autoestima de la madre. En este sentido, la negación de analgésicos, durante o después de la realización de un procedimiento constituyen violencia obstétrica.
 
  • Reproches, críticas y comentarios inapropiados. De acuerdo con los investigadores de la Universidad Industrial de Santander, las víctimas de esta modalidad de violencia obstétrica suelen ser en mayor medida las madres adolescentes, a quienes se les reprimen sentimientos de dolor, angustia y miedo mediante comentarios tendientes a reprochar su embarazo a temprana edad. Aquí entran frases como “¿quién la mandó a abrir las piernas? Ahora, ¡aguántese!”, “¡qué irresponsable! Usted no sabe lo que le espera” o “esto le pasa por ponerse de brincona”.
 
  • Violación de la privacidad.  No garantizar condiciones adecuadas de privacidad, en especial cuando se realizan tactos o exploraciones vaginales.
 
  • Partos inducidos y cesáreas innecesarias. El suministro injustificado de medicamentos, la acelerada inducción del parto natural de bajo riesgo o la realización de cesáreas innecesarias, sin pleno consentimiento de las mujeres, son otra forma de violencia. También lo es el hecho de obligar a las madres a dar a luz en la posición que le resulta más cómoda al personal médico, aun cuando ella manifieste su deseo de hacerlo de otra forma.
 
  • Desatención y abandono. Negar o demorar una atención oportuna en agencias obstétricas, ignorar las preguntas de las madres gestantes durante el proceso de parto y posparto, dejarlas solas largos periodos de tiempo y regresar tan solo para tomar las lecturas de los monitores sin interactuar con ellas, son conductas que incrementan el miedo y la ansiedad de las gestantes y, por lo tanto, son una forma de violencia.  
 
De acuerdo con Catalina Valencia, ginecobstetra y presidenta de la Asociación Antioqueña de Medicina Materno Fetal, este tipo de agresiones impiden que las mujeres gocen de un parto humanizado y vivan una experiencia positiva con relación a su sexualidad.
 
Aunque la especialista reconoce que el término es “incómodo” para la comunidad médica, también admite que “la violencia obstétrica existe y debe ser eliminada”. Por ello, recomienda a las madres gestantes no solo exigir un trato cordial y respetuoso sino también una comunicación eficaz y oportuna por parte de los profesionales de salud. “Los médicos estamos en la obligación de resolver todas las inquietudes de las pacientes, debemos orientarlas, darles el conocimiento que necesitan para afrontar esta etapa de cambios y explicarles todo lo que ocurre en el proceso de gestación y parto. Por lo tanto, si la paciente está bien informada y es bien atendida, no se va a sentir violentada. Al contrario, va a estar segura y tranquila”, afirma Valencia.
 

¿Cómo denunciar?
 
Conforme lo señala el Ministerio de Salud, una mujer que no reciba el trato digno, respetuoso y competente que merece en su proceso de embarazo, parto y posparto y perciba que le han sido vulnerados sus derechos como gestante, puede interponer sus peticiones, quejas y reclamos ante la institución prestadora de salud la cual está obligada a recoger y resolver sus inconformidades tal y como lo contempla el Sistema Obligatorio de Garantía de Calidad en Salud (SOGCS).  Además, “la ciudadanía puede canalizar sus quejas y reclamos a las secretarías locales y departamentales de salud o a la Superintendencia Nacional de Salud”, puntualiza el ministerio.