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Ocho acciones para promover desde casa la inclusión social de un niño o niña con discapacidad
Con estas sencillas recomendaciones las familias podrán favorecer el ejercicio de los derechos de sus hijos con discapacidad.
La llegada de un niño o niña con discapacidad requiere que las familias realicen toda una serie de ajustes para lograr satisfacer las necesidades del nuevo miembro del hogar. Esto implica también que todos los integrantes del núcleo familiar transformen las percepciones o imaginarios negativos, si es que los tienen, acerca de la discapacidad. Esa será la clave para que su hijo o hija pueda disfrutar del ejercicio de sus derechos en igualdad de condiciones que los demás niños y niñas sin discapacidad. De acuerdo con el equipo de discapacidad de la Subdirección de Restablecimiento de Derechos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), las primeras barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidad, precisamente, se encuentran en la familia y están relacionadas con actitudes que se asumen respecto a la condición que presenta el niño o la niña. “Los padres y madres suelen concentrarse en lo que su hijo o hija no puede hacer y con frecuencia olvidan que, con el estímulo, el apoyo y el acompañamiento adecuado pueden desarrollar múltiples habilidades, incluso adquirir autonomía e independencia en todas o algunas de las actividades de la vida diaria. Por eso, surgen posiciones como “no lo voy a enviar al colegio porque no va a poder aprender”, “no lo llevo al parque porque no puede jugar con otros niños” o “no le pregunto porque no entiende o no puede responder”, de modo que las primeras limitaciones las ponen las mismas familias”, señalan los funcionarios.
En ello coincide Lina María González, médico psiquiatra y líder de Salud y Bienestar de la Fundación Saldarriaga Concha, al advertir que uno de los errores más frecuentes que cometen papás y mamás es pensar que los niños y niñas con discapacidad no pueden tomar decisiones, o no pueden realizar acciones propias y autónomas. “En este escenario, los niños no solo tienen una limitación propia de su condición, sino que, además, nosotros mismos los estamos limitando porque pensamos que no pueden hacer nada”, explica González.
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Contenido Complementario
| 4. Comprende que la discapacidad la hace el entorno Empieza por hacer ajustes en casa para eliminar aquellas barreras físicas y comunicativas que impidan la movilidad y la interacción del niño o niña con discapacidad o que pongan en riesgo su integridad física. A su vez, adquiere los productos de apoyo que requiera el menor de edad para relacionarse con su entorno: silla de ruedas, audífonos, bastones guía, textos en braille, etc. Trabaja también en la eliminación de las barreras actitudinales que haya en la familia como, por ejemplo, pensar que tu hijo debe recibir educación especial o que no necesita terapias para su rehabilitación integral. Si se te hace difícil luchar contra estas actitudes busca orientación psicosocial. 5. Sé un facilitador, pero no hagas todo por ellos Muchas veces los derechos de los niños y niñas con discapacidad se vulneran porque las madres y los padres tienen poca seguridad en las habilidades de sus hijos e hijas, impidiéndoles hacer por sí mismos cosas que sus capacidades, en efecto, lo permiten. De hecho, como lo advierte Jenny Gómez, neuropsicóloga y directora de la Asociación Colombiana de Padres con Hijos Especiales (ACPHES) “La sobreprotección limita a los niños, les impide superar sus debilidades y desarrollar sus habilidades”. Por ello, es importante que empieces a descubrir hasta qué punto tu hijo requiere de tu apoyo y a partir de qué momento puedes permitir que se valga por sí mismo procurando siempre estimular su aprendizaje. Por ejemplo, si tu hijo tiene una limitación visual puede que, inicialmente, requiera ayuda para vestirse, pero paulatinamente, podrá desarrollar la habilidad de hacerlo solo a partir del desarrollo de otros sentidos como el oído y el tacto. Recuerda que tu papel como padre o madre es ser un facilitador y tu misión es brindar todos los apoyos que él necesite para aprender a desenvolverse en los diferentes entornos, empezando por el hogar. 6. Naturaliza la situación Evita los tratos especiales o diferenciales. Recuerda que los niños, y niñas y adolescentes con discapacidad, como cualquier otro menor de edad, necesita aprender hábitos, rutinas, valores y normas de comportamiento que les permitan desenvolverse en la sociedad. No obstante, algunos padres y madres caen en el error de no fijar límites y normas debido a la discapacidad, generando un trato desigual respecto a sus hermanos, primos o amigos que los hacen sentir y ver como “diferentes”. Aunque los niños y niñas con discapacidad tienen un ritmo de aprendizaje distinto, en casa las normas deben ser iguales para todos. 7. Favorece su socialización No dejes a tu niño o niña con discapacidad en casa. Busca espacios que favorezcan la socialización del niño o niña y su inclusión en diferentes contextos: llévalo al parque y a fiestas infantiles para que pueda relacionarse con sus pares, den una vuelta por el centro comercial, salgan a comer a restaurantes, asistan a eventos culturales y deportivos, etc. Esto le facilitará el desarrollo y la adquisición de habilidades sociales. 8. Propicia su participación ![]() Los niños, niñas y adolescentes con discapacidad tienen derecho a participar y a tomar sus propias decisiones. “Sin embargo, en ocasiones ocurre que los padres deciden por sus hijos, especialmente, cuando estos no pueden comunicarse fácilmente a través del habla. Necesitamos pasar de sustituir la voluntad de las personas con discapacidad a favorecer la toma de decisiones con apoyo”, señala el equipo de la Subdirección de Restablecimiento de Derechos del ICBF. Para lograrlo, es esencial aprender a comunicarse con los niños, niñas y adolescentes de formas que vayan más allá de lo verbal y aprender a interpretar su voluntad fomentando en ellos la capacidad de elegir, es decir, tener en cuenta sus intereses, preferencias, gustos y deseos. “Los padres pueden desarrollar con sus hijos códigos de comunicación como gestos, parpadeos o movimientos de las manos que les permitan expresar lo que les agrada o desagrada o expresar aceptación o negación”, explican los profesionales. Otra estrategia, para el caso de los padres de niños y niñas con discapacidad auditiva es aprender la lengua de señas, la cual se constituyen en un lenguaje universal de comunicación para las personas no oyentes. Poniendo en práctica estas sencillas recomendaciones crearás una cultura familiar incluyente en tu hogar y favorecerás el desarrollo integral de tu hijo o hija. |




